boleto picado.

Hoy, un día como cualquier otro, un día de esos chatos, donde nada es mucho ni mucho es nada, donde no hace frío, ni tampoco hace 40° a la sombra, donde hay humedad, pero no esa que te deja el piso mojado cuando le pasas el trapo. Hoy es un día más, donde eso de las 3:30 pm, aburrido de toda la monotonía que trae el maldito e informático siglo XXI. La otra vez escuché a alguien decir: "¿Cómo te vas a aburrir, si los pibes de ahora tienen play, teléfonos, TikTok, redes sociales?". El precio de eso es una sociedad cansada, abatida y un poco o demasiado infeliz de vivir una vida atada a la búsqueda de un ideal imposible de lograr.

Para combatir ese aburrimiento o cansancio monótono, decidió agarrar esa especie de cuaderno que tiene muchas hojas escritas apiladas, eso que se denomina comúnmente como libro, una novela, de un escritor tucumano. Trata, entiendo, de su historia (ficcionada) personal, donde hubo una frase que mi inconsciente trajo a mi yo, casi 12 horas después, conmigo acostado y faltando 5 horas para irme a trabajar. La frase decía algo como "el bienestar y la conciencia no son compatibles", y esa frase me describió, como si estuviera guardada para mí, como si el destino se hiciera presente y se encolumnara (como tanto le gusta hacer) frente a mí, era el pésame que la vida me estaba dando, porque hoy jueves a las 3 am terminé de entender que mi conciencia está tan apegada al pasado, vive y fluctúa en todos los momentos que para mí son trágicos, no permitiendo vibrar con la sintonía fina del presente. Y entendí, sobre todas las cosas, que la conciencia, en este caso la mía, es mi cadena, mi cruz y mi boleto totalmente picado hacia el sendero de la infelicidad eterna.