Escribo con tintes desalmados.
Deleito con palabras inútiles.
Profeso futuros imaginarios, mientras vivo un presente que se tiñe de pasado.
Círculos de ocio, dicen algunos.
Círculos viciosos, digo yo.
Como si la bocanada de mi cigarro largara un humo ancestral,
uno que gira, atraído por una gravedad sin piedad.
Un estado estático,
que me acerca a los cimientos de mi aldea,
esa que quemé un día,
para borrar pasados oscuros.
Ese tapiz sirvió de telonero
para las brasas calientes que soltaba ese cementerio.
El humo se propagó por mi nuevo hogar,
construido sobre el antiguo.
Como si mi alma quisiera quemarse y apartarse,
pero, por puro instinto de supervivencia,
se refugiara ahí mismo.
Ignorante, dirán algunos, y me lo hicieron creer.
Pero lo innato me llama.
Mi alma se prende fuego.
Intentando olvidar ese tapiz,
me muero,
me quedo sin oxígeno.
Todo se quema,
mientras observo por la ventana qué hacer.
Me quedo aquí, dije.
Se funde mi piel en estas llamas.
Me encuentro torpe y tieso,
con un dolor que arde…
pero, irónicamente, sintiendo.
¿Sufro?
Demasiado.
Pero siento.
Lo siento.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión