Hoy extrañé a mis amigos. La bohemia. La mirada cómplice que une el mismo sentimiento, el universo oscuro que nos envuelve cuando amamos lo que somos aunque nos repele el algo más.
Me gusta sentirme insignificante, será por eso que al ser un microbio humano en CDMX fui increíblemente seducida por la ciudad enorme, por perderme. La perdición es muy seductora.
Detesto encontrarme, no me gusta la disciplina, las metas, la rutina.
Pienso en esa frase que compartió una de mis mejores amigas en estos días y asimismo no la recuerdo bien: “amar como la calle ama a los que se pierden”. Y es eso.
“Vine a perderme” fue una de las 1500 músicas que escuchamos en la ruta de la costa oeste de Estados Unidos. Me hizo recordar al 2016. Todo me vuelve a esos años, buenas cosas habrán pasado… Nada como la adolescencia.
El agua de Los Angeles me devolvió un poco la pubertad…. Comedias a parte, escribo esto a las 2:41 de la madrugada en Chicago, la ciudad más linda que conocí.
Es la primera vez que escribo en el viaje, no corregí nada, está así, como es, como viene siendo… lleno de errores, ya que es así como siento, como soy, y por suerte, como vivo.
Hoy extrañé a mis amigos, tomé una cerveza mirando a una mujer hermosa cantar un blues, sentí su pena, sentí mi gris, ese que siempre me habita, ese que comparto con mis amigos.
Al fin y al cabo, extrañamos a nuestros ceniceros. Aquellos que comparten el gris con nosotros. Salud.

Lucía
Me animé a publicar cuando leí que escribir, publicar y que te lean es la combinación salvadora. Uruguaya.
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