“Al fin y al cabo, vivimos en los 90” dice uno de los diálogos del film. Por fuera de la representación que algunos sectores de la socialdemocracia, de los señores republicanos de buenos modales que aspiran a los modelos de bienestar escandinavos, se esconde la «white thrash» de los barrios bajos de esa fría región en la que está la nación que nos compete, Dinamarca. La década del 90 y la disolución de los «socialismos» europeos trajo consigo la descomposición de unos sectores sociales compuestos por el desempleo, salarios bajos, drogas e inmigración que se refugiaron en la oscuridad de un mundo que esta naciendo entre el bandolerismo, este mundo con clara génesis en los años 80s, donde la «globalización» contemporánea se termina de moldear. Ese «fin de la historia» noventero que mas lejos de un fin, será el comienzo de una nueva.
Tres años pasados de la obra prima del joven director Nicolas Winding Refn “Pusher (1996)” en el correr del 99 se estrena Bleeder, una película que terminaría por culminar parte de la estética que Refn llevará a cabo en las posteriores películas que hacen a la trilogía de pusher. Ya en «pusher» la estética del naciente director Danés, nos invita a reflexionar y a sumergirnos en lo que podemos denominar “las memorias del subsuelo en Copenhague”.
El cine compone, en su locomoción fílmica, una serie de elementos que hacen al rodaje. Entre ellos, por fuera de los pormenores de un estilo de filmar, la construcción de las voces de los personajes que constituyen al film, la geografía, los condimentos socioculturales de los que se nutren los personajes y por supuesto, el tiempo en el que se vive. Así, el mundo de los yonkis, prostitutas, VIH/SIDA, dealers, armas, delincuentes, racismo, violencia y sangre permean también al espectador que aunque no lo sepa, se verá encerrado en los pasos de quienes están en la pantalla.
En “Bleeder” el elenco de Pusher vuelve a hacer su aparición. Leo (Kim Bodnia) y Lenny (Mads Mikkelsen) son dos amigos que han llegado a la adultez y ya deben de hacerse responsables de los avatares de la vida, ambos se desarrollan en el distrito de Nørrebro de donde es oriundo Mads Mikkelsen (Lenny). Leo vive en un pequeño apartamento junto a su novia, Louise. Lenny es un solitario y tímido trabajador de un videoclub fanático de Mad Max, Bruce Lee y las peliculas de acción. Leo recibe la noticia de que está por ser padre, Lenny intenta conseguir una novia. Dos vidas paralelas, un nexo común: la amistad y el cine.

El repentino embarazo de la novia de Louise, la novia de Leo, lleva a que las emociones de este adulto comiencen un viaje en contra de la cordura. Un muchacho que aún vive en las charlas sobre si Steven Seagal es mejor actor que Bruce Lee, si Williamson es un actor impoluto y demás charlas de índole “cinéfila” con su gran amigo, Lenny. En uno de los compartimentos del videoclub, Leo y su cuñado Louis asisten a una reunión de proyecciones de películas semanal donde el dueño del local, Kitjo (un fumador nato, experto en pornografía, que calza mocasines, escucha rock and roll y lleva al viento su largo mullet al estilo “pedro el escamoso”) propone los films de disparos y violencia. Sin ahondar mayormente en detalles, Bleeder es la conjugación de dos amistades contrapuestas que buscan constantemente escapar de sus vidas para querer un poco del otro. Leo, tiene a Louise, su pareja estable, viven juntos, tienen sexo y están juntos. Leo reprocha a Lenny todo el tiempo la falta de afecto femenino, el tener una novia, el buscarle un sentido a su vida. “¿Todo se trata sobre películas? Hay más cosas” le suele decir Kitjo. Sin embargo, en su enorme hombría, Leo busca ser Lenny. ¿Por qué? Porque va a tener un hijo, y para realizar el trascendental acto de traer una vida a este mundo, hay que tener algo y Leo nos dice “no tengo nada”. Poco dinero, poca responsabilidad, poco amor y poca voluntad. No quiere a ese hijo, se lo reprocha a Louise. No quiere a ese hijo, pero allí va en su destino y va a tenerlo.

El “no deseo” lleva a Leo a un desapego a su mujer, Louise. “Tócame, no me has hecho el amor desde que quedé embarazada” — reza Louise. “Tengo que salir” responde Leo en reiteradas oportunidades, evadiendo su destino de padre. Mientras tanto, Lenny, sabiendo que no todo en la vida es ver 4 películas al día, incitado por las burlas de Leo, quien le recalca ser torpe por no verse con mujeres, invita a salir a la moza del café donde pide su comida. La invita al cine, le habla de películas, la ha visto alquilar en el videoclub. Ella le responde “no soy de mirar cine, leo libros. Puedo leer todo esto en 1 día.” “¿Has visto Wild at heart?” Ella responde “no, pero he leído el libro.” Aquí es un resumen de las ansias de uno y de otro. Lenny no tiene nada que perder, Leo sabe que siendo padre perderá lo único que tiene, la calle, el cine y amigos. El hermano de Louise, llamado Louis, es cercano a su cuñado porque sabe que él se comporta de manera violenta con su hermana. Hasta que un día, Leo patea en el piso a la mujer embarazada y Louis, quien ha advertido con amenazas los comportamientos de este “no padre” ingenia un plan de rencor y venganza terriblemente atroz para darle el mensaje a Leo para que se ausente de la vida de esa madre embarazada. Secuestra a Leo en la madrugada con la intención de darle una paliza, pero decide que la venganza de la paliza no es de por vida, es temporal. Sin embargo, ingenia una venganza que lo acompañara para siempre. Le paga cien coronas danesas a un yonki con VIH para que le preste su sangre infectada. Con Leo maniatado, la sangre en la jeringa ingresa en su cuerpo. Leo tiene el virus del VIH, el tan temido en los años 90s, el virus que es el símbolo de muerte en los círculos de heroinómanos en aquellos claros — oscuros 90 s. Pero como alguna vez una premisa confuciana expresó un gran refrán sobre la venganza: antes de una venganza, cava dos tumbas.

Leo, quien siempre le dijo a Lenny que haga algo de su vida, ahora sabe que su vida terminó. No hay vuelta atrás. Luego de esa virósica madrugada, regresa a su casa, toma su arma y el desenlace fatal toca a los dos involucrados en la trifulca. Leo asesina a Louis y en un acto dispara en su propia mano, formando un agujero simil a los estigmas de cristo. Con esa lluvia de sangre baña al agonizante Louis, lo ha perdonado con su sangre infectada. Ahora ambos están a mano. Ambos se ausentaron de la vida de Louise, ambos se ausentaron de la película.
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Ahora solo nos queda Lenny, quien está solo. En su mundo ya no queda nada, solo queda esa chica en el café que lo espera, que desea ser invitada al cine. Lenny la invita a ver “armagedón” y en un pestañeo, las luces se apagan en ese antro sucio donde trabaja esa mujer rubia, alta y delgada. “love” de Lennon suena y Lenny perdura, ahora perdura tal vez en el amor.
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