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Bitácora del trabajo en comunicación creativa

Strunk

Abr 23, 2025

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Bitácora del trabajo en comunicación creativa
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«Hay momentos que no son para mostrar.
Son para sentir.
Hay belleza en los detalles.
Pero más, en los que elegís para vos misma...»

Habitar una piel ajena

Cuando pienso en el pequeño mundo de una marca, así sea una pequeña colaboración, suelo pasar días transformando mi piel en su piel. Me gusta ir más allá. Me gusta cuidar cada mensaje como si la marca fuera mía.

Me convierto, de repente, en la calidez y sabor a hogar de un restaurante familiar, en la delicadeza romántica y femenina de la lencería de diseño, en la vocación de ayuda de un coach laboral, en la cultura y emociones de un artista.

Romper la plantilla

El trabajo de comunicación y marketing no debería reducirse a fórmulas que nos vuelven uno más del montón. Queremos ser diferentes. Me entusiasma romper ese molde. Me cuesta convencer a negocios de romper ese molde. Me gusta dejar de usar las estructuras y plantillas para así crear las mías propias.

Me especializo en la comunicación creativa para marcas en redes sociales, y suelo decir "cada perfil es un mundo". Cuando hablo de no seguir el patrón, no significa que no sé lo que estoy haciendo, ni que haya ausencia de planificación o estructura. Por el contrario, creo en el trabajo minucioso de tejer mi propio soporte de reglas para establecer la identidad y el núcleo de cada mensaje.

Y recién ahí, empieza lo visible.

Me gusta pensar la comunicación como pienso el arte.

Lo invisible que sostiene el mensaje

Comunicar, como el arte, exige sentir antes de hacer. Se trata de darle sentido a todas esas ideas mientras las hacemos realidad y van tomando forma de fotos y videos (en redes sociales).

Eso es lo que el público ve. Quizás algunos también lleguen a leer los textos que acompañan las descripciones. Muy pocos —los menos— serán alcanzados por el mensaje al punto de sentirse interpelados a la interacción: Me gusta, no me gusta. Me siento identificado, lo comparto. Me enoja, lo comento. Quiero su idea, lo guardo. Es mi amigo, le respondo.

Quizá el público sólo perciba la foto perfecta o la frase ingeniosa.
Lo que no ve es ese momento íntimo, casi litúrgico, en que una marca y yo respiramos al unísono por primera vez.

Entonces surgen las preguntas: ¿Qué pasa con lo que está detrás de cada posteo? ¿Qué hay de toda la construcción de la identidad en cada perfil? ¿Cómo elegimos el mensaje que compartimos? ¿Por qué deseamos la aprobación de todos los espectadores?

Cuando la comunicación se siente genuina y honesta, el algoritmo y sus técnicas pasan a segundo plano. Paradójicamente, los datos muestran que el contenido auténtico supera al genérico.

Sin embargo, conectar con la sensibilidad de las personas de manera real con un mensaje lleno de valor potencia ese algoritmo: el éxito hoy es provocar la interacción real de esas personas dejándoles una huella emocional con un mensaje único, para permitirnos crecer.

La creatividad y la emoción son fundamentales para crear una marca.

Un algoritmo no entiende de emociones. Pero sí puede detectar la relevancia que señala la audiencia: las estadísticas dicen "hola, esto me importa", según acciones de nuestra audiencia. Y estadísticamente, la comunicación auténtica gana.

¿Tenés algún proyecto cuya historia aún no se cuenta? No necesitás gustarle a todo el mundo. Eso es imposible. Basta con resonar en quienes importan.

Strunk

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