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Biopolítica, colonialismo hídrico y saqueo silencioso: Mekorot en Argentina

Oct 2, 2025

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Biopolítica, colonialismo hídrico y saqueo silencioso: Mekorot en Argentina
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1. Lo que se firma cuando nadie mira

En noviembre de 2022, mientras Argentina vibraba con el Mundial de fútbol, se firmaron en silencio una serie de convenios entre el Consejo Federal de Inversiones (CFI) y la empresa estatal israelí Mekorot, destinados a "asesorar técnicamente" a varias provincias en la gestión del agua. Entre ellas, Santa Cruz.

Firmar estos acuerdos en pleno Mundial no fue una casualidad, sino una jugada política: en el momento de máxima distracción emocional y mediática, se abrió la puerta a un actor externo para intervenir en el recurso más elemental y estratégico de todos: el agua.

No hubo debate público. No se consultó a las comunidades. No se discutieron los alcances reales. Todo se presentó como una asistencia técnica inocente. Pero la historia y el contexto desmienten esa supuesta neutralidad.

2. ¿Quién es Mekorot? El modelo que exporta colonialismo

Mekorot no es cualquier empresa. Es la encargada del suministro hídrico en Israel y en los territorios ocupados. Su historial está marcado por la apropiación sistemática del agua en Palestina, su distribución desigual, y el uso del recurso como herramienta de control poblacional.

Se trata de una infraestructura de dominación silenciosa. No necesita tanques ni balas: corta el agua, redirige caudales, habilita o impide la vida. ¿Cómo? A través de válvulas, diagnósticos, plantas y mapas. Lo que se ejerce no es violencia abierta, sino administración tecnocrática del entorno vital.

Ese modelo, ahora, se exporta como “expertise” y “asesoría”. La colonialidad ya no se impone por la fuerza, sino por la ingeniería. Mekorot no llega a extraer agua aún, pero ya empieza a gestionar nuestros datos, nuestros territorios, nuestras debilidades.

3. Foucault, biopolítica y el nuevo colonialismo hídrico

Desde la perspectiva de Michel Foucault, la biopolítica designa un tipo de poder que ya no se impone solo sobre los cuerpos, sino sobre la vida misma de las poblaciones: su reproducción, su salud, su entorno.

En este caso, la vida es administrada a través del agua. Lo que se firma con Mekorot no es un contrato técnico: es una cesión de soberanía sobre lo vital.
El poder ya no grita ni castiga: mide, diagnostica, asesora, regula. Pero al hacerlo, decide quién accede al agua y cómo. Decide quién vive bien, quién sobrevive, quién es prescindible.

Este es el nuevo rostro del colonialismo: sin ocupación territorial directa, pero con penetración estructural sobre lo que hace posible la vida. Un colonialismo hídrico, gestionado en nombre de la eficiencia.

4. Soberanía: no como discurso patriótico, sino como defensa de lo vivible

En un país donde amplias zonas están afectadas por la escasez hídrica, permitir la entrada de una empresa extranjera con antecedentes de saqueo, en nombre de la modernización, es una renuncia encubierta a decidir cómo y para quién se vive.

No se trata de "derechos humanos", esa categoría hueca moldeada por el liberalismo blanco que reduce los conflictos políticos a disputas administrativas.
Se trata de otra cosa: de territorios, modos de vida, vínculos con lo común. Y se trata de nombrar las formas contemporáneas de saqueo aunque vengan camufladas de “cooperación técnica”.

Porque lo que sucede con Mekorot no es un problema “de allá”. Lo que sucede en Palestina también nos está pasando. Solo que con otros ritmos, otras formas, y el mismo fondo.

Yuliana Davico

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