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Besos en la frente (parte II y II)

.f.

Jun 12, 2024

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Besos en la frente (parte II y II)
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Parte I

Nunca lo supe realmente y me gustaría saberlo para no sentirme tan desahuciada. Quizás sí, y mi falta de amor propio no me dejó ver tu amor extraño y difícil, pero amor al fin, o quizás no, y solo me manipulaste hábilmente todo el tiempo porque ¡qué divertido hacerlo!

En todo caso, sabías fabricar la perfección con tu intervención en el mundo. Y eso operaba con una sensualidad que me derretía el cerebro. Mientras te perseguía tratando de entenderte, desarmabas mi mundo vulnerable. En la oscuridad de la dopamina, buscando algo para producirse a sí misma, arañabas la espalda de mis debilidades.

No era casualidad, era un método de todos los días. En esa acción de mareo a la disposición, la confianza y la amistad se fueron por el caño. Era tan confuso relacionar lo lindo con lo obtuso. Me abrazabas y se sentía insultante y tan bien. Abrazarte era perfecto, una fantasía perfecta que habías creado al antojo de la soledad que me cantaste algún día o algo así. Sigo pensando que hubiera sido tan fácil, pero seguro me pierdo algún detalle. No era necesario ese torpedo a la conciencia. Esa actitud errante sin intervención en la comunidad. Me entregaste en nombre de tu mundo perfecto. Acá me pongo mala y pregunto: ¿era tan importante? ¿No sentías nada antes? ¿No dominabas nada antes? No admitías errores ni fallas en el comportamiento. Traspaso las capas de tus paredes y describo cada ladrillo. Digo muchas cosas, seguro alguna sea real. ¿Quién sos para ser invencible y todo lo que necesito? ¿A dónde vas? No puedo seguirte más. Fantaseo con encontrarte en el futuro lejano y que arregles todo lo que rompiste, y ser cercanos que algunas veces se miran a los ojos y entienden todo. Pero tus acciones tan crueles y tu trato tan vil me sacan de ahí. Si eso era lo que querías, quedarte con todas mis ilusiones solo para vos. Im empty. Jany, you win (jajajajaja).

Me gusta pensar que hacías algo bueno inmediatamente después de faltarme el respeto para compensar en equilibrio perfecto y no perder una amiga. Me gusta pensar. Pero era perfecto para tu accionar, perfecto para manipular, perfecto para seguirte escondiendo. Trato de encontrar algo bueno en pos de considerar que del otro lado había una amiga amorosa. Seré muy insegura, pero eso sí lo puedo afirmar. Quizás no se notaba, pero sí estaba. Pero no lo encuentro.

Soy un poco difícil de querer, no lo voy a negar. Me distraigo con todo porque me fascina todo y su constitución. En este camino puedo decir que ser tan estrellada me hace feliz, aunque me saca del mundo en el que hay que vivir. Me olvido de las cosas, me cuestan las instrucciones y la organización. Amo las agendas que me sacan del lío. Me cuesta la incorporación de lo nuevo cuando no hago hiperfoco. A veces vivo en negación, escapándome del dolor. Me disocio de quién soy tratando de ser funcional. Quererme puede ser difícil. Para hablar de este tema oscilo entre objeto y pelotuda. Pero hay algo que no voy a hacer y eso es traicionar mi propia conciencia cuando llega a una conclusión y encuentra las herramientas para llevarla adelante. No podría volver a dormir jamás. Quiero decir: tengo problemas, como todos.

Entonces, dicho esto. Tu estrategia de corrosión de límites más brutal fue el día en que por fin, en medio de la oficina, me pude comunicar, con un gran esfuerzo y un viaje al mar de por medio, fuerte y claro sobre los límites que estaba necesitando. ¿O te dí demasiada ternura y no lo pudiste evitar? O ambas quizás. Podemos abrazarnos, pero no tanto; podemos acercarnos, pero no tanto; podemos hacer esto, pero con arreglo a hacerlo todos los días un poco menos (había aceptado tu método). Hasta dónde soy capaz de llegar para el acuerdo en comunidad, a pesar de que me corroía por dentro. Y no te importaba. Vos solo corroías mi esfuerzo como si no se me estuviera yendo la vida en eso. Sabía que tenía que dejar de verte por dos meses, por lo menos. Además, las condiciones materiales. No hay convenio colectivo que cubra una licencia por las pequeñas madrugadas a la psiquis.

Así, mi cuerpo moría por deshacerse en tus confusos brazos una vez más, pero la confianza, el acuerdo común y la amistad valían mucho más. Por fin, un acuerdo común. Me sentía poderosa (una mañana duró) porque te lo había podido decir sin que pusieras algo en el medio, sin que manipularas la situación a tu favor, sin que empezaras a hablar de algún interés súper importante que podíamos tener en común, sin que me dijeras que no te tomaba en serio cuando no le prestaba atención a alguna de tus trampas, sin que pasaras cerquita de la culpa o del dolor cuando intentaba el común acuerdo en la comunicación. Sin que te enojaras cuando trataba de desarmar tus palabras. Lo que me parecía más atrevido era cómo usabas tu poder en ese lugar, la relación estructural, para mezclar y cambiar todo de lugar. Trasponías los recortes de información donde tenía sentido, en la labor, y donde no, en la amistad. Mi inexperiencia era tu terreno de operación. Aun así, quizás mi mente sigue un poco ingenua, lo que en serio más duele de todo esto es cuando tirabas de la soga de lo que sentía que perdía: una amiga. En ese momento eran simples problemas de comunicación y una incógnita que simplemente no podía resolver pero tenía que hacerlo. Llegué a vivir dos o tres veces cada día tratando de agrupar tus erratismos en grupos en vez de pensar algo malo tuyo.

Tengo el recuerdo de unos viajes a la soja, donde pasaba cada hora sentada pensando, tratando de entenderte y justificarte. Me daba cuenta de que no había tomado agua ni escuchado una canción. "Por lo menos estoy tranquila", me decía a mí misma. Trataba de ocultarlo de la luz, de la vista. Llegaba a la casa de la familia y era una adulta funcional, independiente y responsable, como si ese vacío hubiese sido un mal sueño que no contar.

Ya no sé cómo decirle a mi cerebro corroído por tu diversión que no se tiene que acordar de ese beso en la frente con todo el amor, porque fue, o también, un arma de manipulación. Esto es muy común, se llama disonancia cognitiva y hay que explicárselo al cerebro como si fuera un niño pequeño. Lo aprendí en un podcast de una psicóloga argentina experta en manipulación. Es cordobesa y se llama Belén. Muchos hablan de esto, realmente, nada de otro mundo. Es muy común. (¿Segura?)

Entonces, vamos a hablar del momento. Pero en la parte II. Estoy cansada de mirar siempre los mismos ladrillos, pero no puedo desaparecerte por arte de magia. Me sentí como un conejo que persigue una zanahoria hasta que las gotas de sangre empezaron a rodar por mi cuello. La base de una fuente de justificación y buenas intenciones.

O quizás escribí tanto que todavía no me animo a hablar de tu beso en la frente.

Besos en la frente (parte II)

Esa mañana fuiste súper amable. Estaba tan contenta de que por fín te había podido decir las cosas. Estaba tan tan feliz.

Trataba de estar concentrada hasta que te ví que ponías caritas por detrás del durlok y me mirabas. Suspirando entre palabras. Perseguí tu emoción con mis ojos, las rodillas hicieron fuerza para levantarse de la silla. Tus ojos brillantes dedicados a unos dibujos preciosos que te habían hecho los chicos en la escuela. Te dije que eras alto docente y retiré mis comentarios de mierda acerca de la pedagogía. Se te veía tan sonriente.

Entre charlas mates y Charlys Garcías repetidos en el tiempo. Cantabas con voz fuerte y clara tengo que volverte a ver. Se repitió varias veces te tema, no protestaste ni una vez. Los hilos de seda se sentían tan bien.

En disney. En mi cabeza imaginaba un mundo feliz dónde éramos todos amigos otra vez e íbamos juntos a Buenos Aires y comíamos pizza, charlando de política. Pero tengo que ser honesta. Utilizaba mi sentir incorrecto para imaginar un futuro sin sentir eso. Mis acuerdos y tus métodos. Por fin la comunidad. ¡Wu uh! Escribo esto y me río de mi propia ingenuidad. Podré tener algunas dificultades en toma de desiciones y dejarme llevar por el momento emocional, pero tengo una memoria de elefante voráz.

Terminamos la jornada en los mejores términos. Como que amagamos a irnos juntos caminando pero yo estaba feliz y decididamente entregada al colectivo. Ahí charlamos nos reímos. Nos bajamos unas cuadras antes. Hiciste la misma envolvente estretegia tonta de todas las tardes. Te acompaño hasta a esta esquina. Y yo ya sacaba los auriculares pensando en la música que iba a escuchar. Calculaba las cuadras, pensaba si tenía que dar una vuelta manzana para escuchar X canción más corta o más larga. Ansiosa, ya estaba en otro lugar. -No, hasta la otra- Repetías en cada nueva esquina. Los Stromberg en la mano y no el oido un rato más. Otra cuadra más. Hacía frío. Llegamos a la plaza. Hablabamos y hablabas hasta más que yo ese día. Me sorprendía.

Bueno, sigue hablando. Me siento en un banco, pensé, y lo hice. Vení sentate acá, le dije. Si íbamos a seguir hablando.. podía sentir como mi brazo decidido a mantener las palabras que tanto me habían costado se desprendía de la espalda, estirándose al máximo, para señalar el otro extremo del banco. Volví a repetir el llamado esta vez con la mano apoyada en el lugar de la señal.

El estaba parado sonriendo con cara de calabaza de hallowen. No se movía ni se sentaba. Empezó a temblar. ¿Qué te pasa? Le digo sonriendo. Tengo frío. No hace frío o no me acuerdo qué le dije.. algo relacionado a que no me parecía que hacía frío. Estaba concentrada en la música de la conversación alejada de sus brazos y caricias en el pelo. Estaba cumpliendo un sueño.

En eso me distraigo con el movimiento de alguna hoja. Un perrito bachicha que pasó con un trajecito súper amoroso. Alguna que otra cosa que seguro no recuerdo. Y voy a explicar, cómo lo sentí y, después, lo que pasó.

La luz de la noche desapareció en una campera color azul. Una oscuridad como fallarme a mi misma se me vino encima para darle paso al instante más perfecto de la existencia. Todo junto al mismo tiempo. Imposible de procesar. La trasmutación de una energía de dos cuerpos.

La repetición de la herejía al culto sagrado de la amistad. Disposición. Conducción a la trampa a partir de la fracción. Aprovechamiento de las debilidades del otro para camuflar y zás, el golpe certero, la caricia. El arañazo en el medio de la sombría oscuridad. Siempre pasaba lo mismo y siempre volvía a caer. La poca operatividad, el recorrido emocional como todo si fuese siempre, cada instante, y no hubiera un mañana más. Vuelvo a leer el texto y empiezo a pensar que quizás tenía miedo de que saltando de idea en idea no lo volviera a mirar. Me había acostumbrado a un nivel tan intenso por el abuso de la disposición. Yo sabía que entraba en el círculo del drama pero podía salir. La razón y el acuerdo común me controlaban. Había destrozado las dos. Él había desarmado progresivamente mi conciencia y esquema de razón, con la condición material y psíquica a su favor. Me iba enredando con los recortes de información laborales, su jefe, e iba mezclando con la amistad. Incorrectos. Muy progresivamente. Todo esto en el medio de estar procesando el nuevo trabajo y las nuevas presiones.

Los amigos abrazan la debilidad. Qué tristeza tan intensa tengo en este momento al resignificar. Juntar lo bonito con lo profano. Ya no quiero vivir más con todo esto en mi cabeza. Lo tengo que soltar y quien quiera creer que crea. Salen como borbotones mis palabras respecto a todo lo que pasó porque sólo tengo que hacer memoria y dejarte ir en paz.

Una pareja de personas que no es pareja se encontraba en la plaza. Estaba sentada en el banco y él parado a un costado. Fingiendo temblar o temblando con una sonrisa tan grande. Cuando me distraje por un segundo él se acercó como un rayo y me envolvió en sus brazos. Primero me sentí incorrecta y fallada a mí misma. Una estructurita mental, un acuerdo que tenía un día de duración, acababa de romperse otra vez. Él, ni que lo hubiera sentido, agarró mis manos y las puso en su espalda. Como marionetas, las movió por su espalda baja para que lo acaricie por el frío. Me encontraba en el abrigo de su pecho, parecía no necesitar paredes propias. Pero también sentí el miedo a que todo se desmorone, pensando en los cuatro. Esto es dificil de creer pero mi cabeza era un torbellino emocional que trataba de encontrar un poco de estructura y el venía y la tiraba abajo otra vez.

Le dije "no te quiero perder". Después de despegar los labios suavamente de mi frente, mintió "no me vas a perder". Cuando él, en realidad, me había perdido y nunca le importó.

Rompiste mis sueños, destrozaste los logros, pateaste todos los intentos y te llevaste la vida con tus abusos sistemáticos de todos los días.

La imagen es un deseo. Como puede ser que la imagen de alguien se te desmorone en un maldito segundo. A veces todavía sigo esperando que me hable y sea como en mi imaginación que intenta aparecer en esta imagen. Un café, una charla seria, dos o tres acuerdos y sin desastre para nadie. O ni siquiera.. con que hubieras parado ante mis palabras alcanzaba. Pero vos no parabas de destrozar mis límites y esfuerzos.

.f.

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