te consagro, en una ternura finísima
pero irrompible y eterna, en el palpitar de tus recuerdos imposiblemente míos y en el mirarte reconocíendote, preguntándose entonces el humo que corre por mi pecho si las luces que iluminan sus tinieblas malas son un camino bienechor y honesto o sólo la casualidad de encontrar faroles dispersos brillantes para las casas de los pueblos al rededor de mi corazón en las que no vivo.
no sabes entonces lo hermoso que me pareces morando eternamente las fogosas y letárgicas vías que te hablan siempre hacia las mismas ruinas, por siempre tuyo y siempre del amor,
siempreviva e iluminánte, soy yo fiel de tus ojos relucientes en la niebla, de corretear sin alcanzarte porque ambos tenemos nuestros propios templos,
te adoro aún más ajeno, para así verte en absoluta verdad cuando las llamas te chamuscan el cuerpo.

Isabela Murgueitio Gómez
que se manche el papel de poesía y la linfa roja escriba los sonetos más bellos.
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