Nunca probé el tabaco.
En verdad nunca fui fan de su sabor, me parece hasta poco ético que el humo de su hierba se acumule en mi
balcón junto con el aroma incomprendido de un hombre sin rumbo o hogar a donde habitar.
Nunca pensé en siquiera darle una calada.
Perdería la virginidad de mis labios,
aquella delicadez de entender que cada sorbo
al dichoso placer podría quitarme la paciencia
de mi ser, sabiendo que la ansiedad por un
beso más del diablo me podría hasta matar.
Jamás me vería con uno, por favor que inútil me percibiria cachando con movimientos tontos como poder soltar el aire de mi pulmón, escupiendo con timidez la droga que de esa nube hoy adorna mi estúpido proceso.
Nunca probé el tabaco, me lo repito una y otra vez.
Nunca, hasta que supe lo mucho que te deseaba, y ahora a besos tus lunares quiero contar.
Toda mancha de guerra en tu rostro quiero tomar
que tus suspiros sean la nicotina que a mi alma le
gusta molestar, ¿sería imprudente mostrar necesidad?
deseo, anhelo de que me siga viendo en el almíbar de
tus ojos — día o noche, lo que sea pero contigo nada más.
Así que si te llamo, no le digas a mis conocidos
que me volví adicta a algo que por fin, y después
de tanta violencia en mi madrugada
encuentro paz en esos brazos que me acurrucan,
tus labios que me generan más ganas de soñar
y aquella voz que entre miles de temblores me dice
que mañana estará todo mejor.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión