Ben e Itay
Para muchos la planificación lo es todo en la vida. Es una manera sensata y bien pensada de intentar controlar cada detalle, cada paso que se da y, con ello, garantizar los resultados deseados sin contratiempos. Suele ser el intento casi desesperado por conseguir que cada instante, cada suceso que te pueda conceder esa existencia, tenga un objetivo manifiesto. Un claro sentido explícito, sobre todo, cuando se tienen hijos y eres gay en una ciudad como Tel Aviv. O, al menos, así lo creen Ben y Itay, una pareja de gais treintañeros y telavivis* que han asaltado la ciudad como si fueran corsarios del siglo XVI, trabajando para su graciosa majestad Isabel de Inglaterra y sacando, con ello, enorme rédito económico de sus aventuras.
Desde que llegaron a “La ciudad blanca” hace una década atrás, han conseguido meterse, poco a poco y, con muchísimo éxito, en el modo de vida de la urbe. Se han convertido, gracias a su esfuerzo y a esa tan ponderada planificación, en personajes claves del mainstream gay (el 33 por ciento de la población de Tel Aviv es gay según datos del ayuntamiento) así que casi pueden considerarse estrellas del pop. Sus perfiles privados y profesionales de Instagram, Twitter, Tik Tok y LinkedIn son seguidos por miles de personas, ya sean homosexuales o heterosexuales. Sus respectivas páginas web obtienen un tráfico diario muy por encima de la media, generando exposición mediática y, sobre todo, mucho dinero a sus negocios.
¿Pero cómo lo han conseguido? Antes hay que decir que detrás de ese impulso, de ese dinamismo y ese olfato a prueba de balas para saber llegar y, sobre todo, para saber quedarse, hay todo esfuerzo previo, una inversión de tiempo y dinero para conseguir sentar o crear las bases de lo que sería sus planificados futuros.
Ben se graduó de marketing y estrategia operacional en la Universidad de Tel Aviv mientras que Itay estudió ciencias sociales en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Ellos, como cualquier otro israelí, tienen tatuados en sus genes biológicos que la educación ha sido, durante cientos de años, una herramienta fundamental y estratégica para el desarrollo como cultura y pueblo, pero, sobre todo, para su permanencia o existencia como país y cultura. Para estos dos atractivos padres no podría ser menos.
Porque llegar a Tel Aviv no es tan fácil. Bueno, el gran problema no es llegar sino conseguir quedarse y, además, triunfar ya es algo superlativo. Estamos hablando de la ciudad más cara del mundo ahora mismo, según un informe publicado por la Unidad de Inteligencia Económica (EIU, siglas en inglés). Esto se debe, entre otras razones, a la apreciación de la moneda israelí, el nuevo séquel, frente al dólar, que ha provocado el alza de los costos locales y, por ende, el precio del metro cuadrado. Por ejemplo, es extremadamente más caro que en Manhattan o en Tokio y la canasta básica triplica en su valor. Pero esos detalles a Ben e Itay no le hacen mella alguna.
La única verdad, la clave de su éxito social y económico reside en que ambos tuvieron el olfato para subirse a la ola del desarrollo del “coparenting” o crianza compartida en español. Entonces, algunos se preguntarán ¿qué es el coparenting? No es más que un acuerdo o una nueva estructura familiar, entre dos partes que quieren tener y criar un hijo a partes iguales sin que exista previamente una relación sexual o marital. Esta tendencia consigue en muchos casos ser padres sin el desgaste, en todos los sentidos, que eso implica. Es la forma de tener y criar un hijo con el único objetivo de priorizar la crianza y educación de éste a partes iguales. Parte importantísima del proceso es dialogar sobre el tema en profundidad para explorar si se tienen intereses en común, criterios de crianza compatibles, si la previsión es la de vivir cerca o, si se supone algún cambio de residencia. Es importante reconocer que este proceso se desarrolla dentro una realidad hetero parental (cuando los progenitores son de distinto sexo), homoparental (del mismo sexo) o en la variedad de géneros. Ahí radica la riqueza y lo extraordinario del proceso.
Existen varios métodos usados para llevarlo a cabo como pueden ser la inseminación artificial, la fecundación in-vitro, la inseminación casera, la gestación subrogada. Todo esto, con o sin donación de gametos (semen, óvulos o ambos). Previamente, ambos futuros padres llegan a un acuerdo mediante contrato ante notario especificando exactamente cuáles serán las condiciones de vida, de crianza y de manutención de ese bebe. También, cuál es el tiempo que permanecerá con ambos padres durante los primeros años de su vida sin que medie, ningún tipo de mal rollo, deterioro físico y emocional de los padres. Para muchos, es la mejor parte, uno de los valores para tener en cuenta. Estos futuros padres buscan, sobre todo, un equilibrio entre su vida familiar y laboral y, por supuesto, una estabilidad económica para propiciar el desarrollo vital de ese hijo. Además, la implicación de ambos futuros padres en todos los períodos de la vida de ese niño viene originada por el propósito de que ese bebé progrese teniendo como referente tanto a la figura paterna como la materna.
A primera vista, puede ser una manera un poco fría de ver la paternidad y la maternidad. Una forma muy poco convencional o heterodoxa en comparación con las normas establecidas por la sociedad actual (con la religión como principal valedor de cómo debe ser la familia). Pero los tiempos son otros y las necesidades siempre van cambiando de generación en generación. El pragmatismo suele ser un motor muy poderoso cuando los viejos moldes establecidos quedan obsoletos después de cientos de años de desgaste.
Hay que agregar que hoy, en Israel es una ley nacional, sin estar escrita, de que la única manera en que la nación y la religión judía sobreviva, es trayendo la mayor cantidad de hijos al mundo o, al menos, a este pedazo de tierra tan disputado. El gobierno y la religión se han puesto de acuerdo en propiciar, y en buscar la manera de que la natalidad siga aumentando año tras año como único modo de hacer posible y perpetuar el estado judío en el tiempo.
Para alcanzar este objetivo cualquier medio es bien visto, cualquier estrategia es fomentada y las diferentes tácticas aplaudidas. Algo como el “coparenting” (una práctica con el poder de hacer abrir los ojos como platos a muchos) nunca propiciará una respuesta negativa en un país en que es capaz de subvencionar a las parejas gay que quieran procrear o a una comunidad jaredí (con una media de siete hijos por familia) siendo ellas el referente moral y religioso de un país.
Así que, ante el auge que tiene en Israel esta manera de engendrar familia, Ben e Itay descubrieron, hace diez años atrás, la forma de sacar provecho económico a esta modalidad creciente. Básicamente, se dedican a realizar un test de “match o emparejamiento” a los futuros padres que, pesar de tener nulo conocimiento en psicología, se atreven, y con muchísimo éxito, a proveer de este tipo de servicio a los futuros padres (que no son parejas ) con el único objetivo de determinar sin son viables sus respectivos caracteres en ese proceso de coparenting. Por supuesto todo esto a través de una aplicación digital.
Para todo esto contrataron a un psicólogo que desarrolló un protocolo que pudiera ser aplicable de manera general a sus posibles clientes. Ese protocolo debería ser capaz de analizar diferentes variables de comportamiento humano tales como la respuesta a la soledad, toda la personalidad del individuo, el individualismo y la camaradería, la capacidad de reaccionar ante los problemas, el trabajo en equipo, el liderazgo, importancia de las relaciones familiares, capacidad de planificación del tiempo entre otros aspectos.
En un principio sólo se enfocaban a la comunidad gay y el éxito fue llegando poco a poco y, con ello, entrevistas en televisión, participación en documentales sobre el “coparenting” y mucha promoción. En su haber tienen el exitoso término del proceso con varias personalidades de la política, la televisión y el teatro israelí, generando esto prestigio y nuevas oportunidades de negocios. Luego solo quedó el boca a boca. La buena reputación, una cuidada forma de actuar siempre desde el profesionalismo y la discreción hicieron el resto del trabajo.
Con el tiempo y el éxito alcanzado, comenzaron a expandir su negocio a las parejas heterosexuales, y la fama y el dinero se acentuaron e incrementaron. Es evidente que los conocimientos en estrategias de marketing hicieron su trabajo y su exposición en la prensa y en la televisión también.
Ambos son muchas veces invitados a festivales de cine gay, al Pride de Tel Aviv y están presentes en cuanto sarao o fiesta del mainstream gay de la ciudad al que sean convocado s. También son frecuentemente invitados a dar charlas por media Europa sobre la coparentalidad. A ellos dos, fuera de los horarios profesionales, les encanta ese rollo. Adoran disfrutar de su juventud, de las fiestas y del brillo mediático que provoca su presencia. Tienen la absoluta certeza de que una parte importante de su negocio es estar, ser parte, es dejarse ver y recordarle a cada futuro padre o madre que ellos tienen la llave para hacerlo posible.
Luego de tres años de exitoso bregar con el “coparenting” decidieron abrir otro enfocado a las bodas. En Israel, los trajes de boda, sobre todo el de las mujeres, son extremadamente caros. A casi nadie le gusta invertir en la compra de un vestido que luego no volverá a usarse, pero aun así les gusta creer que son de una excelente factura y diseño. Así que invirtieron unos cuantos cientos de miles de séquels para abrir una tienda céntrica e importar una variedad enorme de vestidos de boda y todos los complementos, incluidos ajuares completos para damas de compañía para alquilarlos. La fama que ya poseían, la red de contactos y la presencia en las redes les ayudó en el impulso inicial
Hay que decir que no siempre es todo tan perfecto como aquí se describe. A veces la ponderada planificación les falla y están simplemente agotados, en parte porque, gracias al “coparenting ”, también tienen dos hijos. Cada uno de ellos fue engendrado con el esperma de cada padre. Así que, ante tan voluminosa necesidad de ser parte de todo, llegaron a un acuerdo de pareja para intentar hacer de sus vidas un poco más propias y no perder el control de lo que han construido. El acuerdo consiste en que dos fines de semana al mes son para estar con los hijos, otro fin de semana para que cada uno de ellos vaya por libre, y otro para armar sus propias fiestas y ser ellos los protagonistas absolutos, donde su sexualidad se pueda poner de manifiesto y el placer y el hedonismo también. Pero para estos dos jóvenes padres, todo esto tiene una importancia fundamental más allá de garantizar la tranquilidad económica de sus hijos y la suya propia. No solamente es la búsqueda desenfrenada del éxito económico y, con ello, el éxito social sino que va mucho más allá de eso. Ellos saben lo que es ser gay en Tel Aviv, pero, sobre todo, saben qué implica ser gay en Israel. Fuera de la burbuja que es la ciudad blanca, ser gay en Israel involucra un esfuerzo sobrehumano, una serie de contradicciones que nada tiene que ver con los derechos y las libertades que gozan en Tel Aviv. Mas allá de la ciudad “Esmeralda” la paradisíacas y bañadas por las olas del Mediterráneo ser gay no es nada bien visto, no es glamuroso, no es nada de lo que sentirse orgulloso. Y, si lo haces, si sientes por convicción la necesidad de sentirte libre de serlo, debes andar con mucho cuidado para evitar ciertos peligros de exclusión social y violencia, porque simplemente fuera de Tel Aviv la presión religiosa es extremadamente fuerte y politizada. Desarrollarse plenamente como padres, como profesionales y como personas abiertamente homosexuales en sus respectivos lugares de nacimiento hubiese implicado, para Ben e Itay, un esfuerzo psicológico muy grande. En parte, allí radica esa necesidad de impulsar sus vidas y, con ello, la seguridad económica a lugares insospechados. Ellos constantemente tienen que demostrar su valor, no solamente dentro del mainstream gay sino dentro de la fracturada sociedad israelí. Para ellos deben proclamar que son exitosos como personas, como padres y como empresarios gais significa libertad, reconocimiento.
Es la consumación de un planteamiento, de una tesis fundamental que deja claro que, la comunidad gay, es tan capaz de triunfar, de conseguir llevar adelante sus sueños como cualquier otro grupo social o persona, aunque la mayor parte del país viva bajo una estructura que amordaza esas libertades. Les encanta pregonar que una preferencia sexual determinada no es hándicap alguno para no conseguirlo. Por ello, la importancia de la planificación y, en consecuencia, tan poco margen a la espontaneidad. Emular al heteropatriarcado sea, quizás, una posibilidad real. Hacerle el juego y quedar tal vez absorbidos por ellos puede ser factible. Pero quedar en medio del fuego enemigo y no saber cómo poder actuar o manifestarse suele a veces ser demasiado duro y cansino. No tienen duda de que, a veces, su proceder imita a ese heteropatriarcado que impone reglas a pesar de las diferencias. Pero creen que, lo importante, es saber jugar con esas pautas y marcar la oposición de ser posible. Creen que en parte lo han logrado, en parte han conseguido marcar la diferencia e intentan hacer creer que esa “normalidad” que muchos enarbolan para ascender socialmente y ser parte de un sistema es un camino agreste que hay que empujar y de ser posible, destruir.
*telavivis: forma de decir a los residentes en la ciudad de Tel Aviv que mantienen un estilo de vida acorde a la misma; relajada, divertida y cool

Yom Hernández
Aquí un licenciado en Historia, loco por la literatura que lee y escribe pertinazmente. Padre de tres libros publicados por Ed Atlantis, Ed Adarve, Ed Cuadranta.
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