Beatriz Blanco

Beatriz Blanco

A Beatriz Blanco nunca le resultó excitante la idea de escaparse del colegio, el pánico a ser descubierta y sancionada hacía que los insistentes pedidos de Viviana su mejor amiga pasarán desapercibidos, aunque ese dia en especial Vivi no solo estaba demasiado insistente, sino que la idea de hacerse la rata sonaba estimulante.

Bea sabía que por delante tenía dos horas de historia en donde el profesor iba a estar explicando la revolución francesa y la verdad es que el sol que entraba por la ventana le exigía que estuviera afuera,mientras escuchaba a Vivi por lo bajo.

-Dale Bea, nos pasa a buscar Julio, vamos a ir al Río a pasar el día. Los chicos llevan comida y el auto va a estar esperándonos por la entrada de don Tomaso, nadie se va a enterar.

El plan era sólido y el Río debe estar despampanante después de unos días de lluvia, pensaba Beatriz.

Salir por la entrada de don Tomaso no era difícil, todos sabían que el viejo verde iba a ver a las chicas al baño del fondo en el recreo de las diez y cincuenta. Ese baño nadie lo usaba si no era por una emergencia, el hecho de saber que un par de ojos perversos te miraban a través de la pared les causaba náuseas a todas las estudiantes.

Bea se estremeció pensando y finalmente decidió que ir a pasar el día al campo no era tan terrible si nadie se enteraba, seguido le confirmó a Vivi que la iba a acompañar.

Sonó el timbre de las 10:50 y ambas amigas salieron por la entrada de Tomaso y efectivamente el renault 12 que Julio le robaba a su papá mientras estaba de viaje, las esperaba en la puerta.

El día pasó sin conflictos, comieron sandwich, Bea se cayó jugando al rio, por suerte siempre era una persona precavida y se había sacado el guardapolvo blanco apenas llegaron, por ende pudo cubrirse con el.

A las siete cuando el sol comenzaba a entrar decidieron que era hora de volver a casa, todos subieron al auto, pero Beatriz se dio cuenta de que había dejado su mochila, así que volvió a buscarla.

Desde el auto no se veía bien el lugar donde habían pasado el día ya que era un poco río abajo, por eso los integrantes del auto comenzaron a preocuparse cuando a los 20 minutos Beatriz no volvía.

Al bajar escucharon los gritos, era la voz de Beatriz desgarrada, adolorida, corrieron y encontraron a Don Tomaso encima de ella con el pantalón bajó sobre su viejo auto destartalado. Cuando escuchó que se acercaban el viejo se apuró, empujó a Beatriz para adentro, se subió y arrancó.

Los chicos rápidamente comenzaron a seguirlo, las curvas para volver a la ciudad desde el campo eran sinuosas y peligrosas, Julio lo sabía y trataba de ser lo más precavido posible pero aceleraba pensando en que Bea corría peligro. Una de las curvas no la vio venir y el auto terminó estampado contra la sierra cuyana.

Tomaso que venía viendo todo por el retrovisor supo que era su oportunidad de que nadie supiera el hecho aberrante que había cometido. Tomo a Beatriz que gritaba sin parar al ver el accidente que sus amigos habían sufrido, la llevó hasta el auto en donde algunos de los chicos habían salido despedidos por la ventana, la acomodó junto a ellos y con la fuerza que le quedaba al cincuenton la asfixió, hasta que la joven dio su último respiro.

Ahí quedó su cuerpo, junto al de sus amigos, como si simplemente fuera víctima de un accidente, como si sus amigos no hubieran perdido la vida tratando de salvarla.

Mucha gente pasa por esa curva y dice ver una novia vestida de blanco, pero se equivocan, es solo Beatriz con su guardapolvo característicamente del mismo color, que en autos destartalados busca al hombre que la llevó a estar estancada por siempre en ese rincón de Cuyo.

Antonella Sosa