...
No hay regalos divinos.
Imaginen como sería el mundo si nadie hubiera protestado nunca, si nadie hubiera luchado por los derechos, por la dignidad, por la libertad.
Pues ese mundo es el que vendrá si no hacemos lo que nos toca.
El silencio acomodado y la complicidad irracional lo traerán de vuelta.
Votar a lo mismo por costumbre o tradición, callar para no llamar la atención, no informarse de lo que de verás hay tras las palabras del líder político, aceptar los telediarios como palabra de Dios; el prejuicio, el odio al pobre, la sumisión... Todo eso se llevará consigo lo que ha costado tanto conseguir.
Y toda la lucha de tantas gentes durante tanto tiempo, toda la sangre derramada, se perderá en el Capitalismo, como la humildad y la pobreza se perdieron en el Vaticano, como el juego limpio se perdió en el fútbol, como el amor a la Tierra se perdió entre los agricultores, como la cagada de un gorrión se pierde en un muladar. Las lágrimas en la lluvia.
Sé que les parezco exagerado.
Y yo os digo:
¡Ay de vosotros! cuando veáis la llama de occidente en alas plateadas llevada hacia el oriente.
Y serán las ciudades antiguas pasto del diente que se dice Juez y que con sus lacayos imparte su injusticia.
En nombre de lo más sagrado sabrán urdir con mentiras las telas que cubrirán los racimos envenenados.
¡Ay de vosotros! cuando veáis la maldad asomada a vuestras ventanas, bendecida por los padres y las madres de vuestras patrias.
¡Ay de vosotros! cuando os impresione la muerte de un solo niño y no hagáis nada cuando mueren por miles.
¡Ay de vosotros! cuando os dejéis engañar por los que os roban!
Así habló Forroflasto.
Dices tú de banderas.
Recordaré de nuevo un hecho que debería avergonzar a muchos que se dicen patriotas.
Era el 6 de diciembre de 1979.
Mi madre, durante días, había estado tejiendo una bandera de España. Hilos de algodon rescatados de otras prendas. No sé de donde sacó para poder hacerla.
El día del primer aniversario de la Constitución, fue esa la única bandera que asomó en balcón o ventana alguna en mi pueblo.
Mi madre fue valiente porque a las derechas aquello no les gustaba, y habían sido cuarenta años de represión y de tener que guardar silencio. Las derechas seguían siendo las mismas y con los mismos aires de superioridad, aunque sabían que tenían que tragar.
No, no hubo más banderas.
Hoy quienes entonces no querían la Constitución, son los que se ponen banderas para decir que son más patriotas, pero con ese grito dicen lo mismo que con el silencio de aquel día.
Yo prefiero las ideas a los trapos.
Pero los aludidos no sentirán que sus banderitas de hoy, en pulseras, en retrovisores, en ventanas y balcones, son el mismo odio que con las ausentes banderas sucedió entonces. La diferencia es que aquel día callaron y hoy gritan a borbotones.
Vamos hacia atrás.
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