Podemos estar en un mundo donde el dolor está concentrado para crearnos.
No dudamos.
No somos.
No estamos.
La vida plantó una pequeña flor azul, que creció fuerte y llena de color.
La vida le dio una mirada, un sol y unas hojas.
La vida no se mezcló, no la soltó.
Ella se aferró.
Se aferró a un árbol, tan fuerte y grande que su fuerza no sostenía ni una gota de su savia.
Pequeña.
Azul de muecas intactas, donde veneran el dolor.
Pequeña.
Abre tus pétalos.
Es hora de dejarte ir.
Pero nadie quiere dejarte ir.
El cielo es donde te mirarán y en el agua te sentirán.
Así como el aire, una brisa, un viento, un resplandor y su oxígeno.
Eres todo para ellos, que necesitan vivir.
Nunca dudes en volver a vivir.
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