‘’…los gatos, siempre inevitablemente los minouche morrongos miaumiau kitten cat chat cat gatto grises y blancos y negros y de albañal, dueños del tiempo y de las baldosas tibias, invariables amigos de la Maga que sabía hacerles cosquillas en la barriga y les hablaba un lenguaje entre tonto y misterioso, con citas a plazo fijo, consejos y advertencias…’’ (Rayuela, Julio Cortázar)
Voy exhalando el alma, esquivo por los márgenes, hoy particularmente no creo en las casualidades. Primero fue sobre la música que ahora suena en los auriculares. La vida era más corta se llama el álbum, hay una canción con tu nombre.
Vuelvo a la plaza, parece estar más llena que antes; que diferencia, en la otra cuadra había alguien durmiendo en el piso. El sol está bajando.
La segunda casualidad fue el libro, el nombre de la Maga me dio algo así como un cachetazo, papá se reía, lo mismo que yo dijo: Naa no puede ser. Me resulta todo muy divertido, eso que el otro día casi ni te nombré en la sesión.
Están los dos sentados, por la forma de sus cuerpos se ve que temen la distancia, ella tiene más tristeza. ¿Quiénes somos en la distancia? Él llora. Todo esto también pasó en la otra cuadra, acá en la plaza se construyen otro tipo de realidades.
Me senté en una de las esquinas a pensar y en seguida, la tercera casualidad. Dale, que chances hay. El perro es ese que tiene un amigo tuyo. Se acercó a traer tu recuerdo nomás, me olfateó y se fue. Cuando vuelva a agarrar el libro en un rato va a hablar de los gatos, por arriba lo puse, fijate, está lindo. Por eso digo ahora que no creo en las casualidades.
Los autos van y vienen: piii piii. Los bocinazos me cansan. Qué sé yo, están locos, pasarían por encima de todo si pudieran, deberían volar, si ya estamos en el futuro, siempre estamos en el futuro. La gente pasa y me pongo a pensar en sus historias. ‘’Crónicas de domingo’’, sería increíble, aunque con lo que estuve leyendo estos días ni me acercaría ahí. Que historia circular que tiene este país, che. Debe ser porque el tiempo no existe, circularidad y todo propensión de futuro siempre. Las personas también caminan circularmente, ya reconocí un par de caras, si ellas supieran sus historias… son personajes de una fábula surrealista.
No hubo más casualidades o quizá no me dí cuenta porque sigo pensando en las anteriores. En la vidriera de en frente hay un reflejo violeta. No queda otra que reírse maniáticamente, que se le va a hacer. Me pregunto si poray las realidades se confundieron un rato y en ese momento empezó a pasar todo. Es como si el destino hubiera tenido un percance.
Empieza a refrescar, pero hay una historia más por encontrar en el corazón de la plaza, espero que sea interesante así puedo escribir algún otro texto. Las luces de Ituzaingó se prenden, las prenden. Las luces son prendidas. Siento que todo es poetizable, podría seguir escribiendo hasta que la luna baje un ratito y que ella se me confunda con una estrella. Capaz que ahí también nazca otro texto, pero la composición no terminaría más y los lectores se aburrirían, por eso me parece que no escribo cuentos. Es placentero escribir ‘’cortito’’, la capacidad de la lengua de decir tanto en tan poco y a veces todo al mismo tiempo, incluso un te quiero puede estar dicho pero no escrito.
‘’Los adjetivos son como la merca, hay que saber usarlos’’ dijo Caparrós, pero no sé si estoy tan de acuerdo, es tan lindo adjetivar todo: tristón, anochecido, nostálgico, verdecito me susurran las flores al oído, terminadito pienso, ya me cansé de escribir.
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