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Aυτοανακάλυψη

Oct 8, 2025

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Aυτοανακάλυψη
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Voces en mi cabeza. Ecos insoportables e interminables, gritos, agonía, dolor. No lo soporto. Me tapo los oídos con las manos y cierro fuerte los ojos mientras las lágrimas se deslizan por mis mejillas. Peronada cesa. Es como si todo viniera de mi interior, de mi ser. Mi acompañante me sostiene y cuando abro los ojos una luz cegadora invade el espacio en el que estamos. No puedo ver nada más que luz blanca. Me siento en el aire. Todo a mi alrededor da vueltas. Giros interminables, espirales multicolores, personas que se aman, pelean, sufren, lastiman a otros, a ellos mismos. Al fin y al cabo, personas siendo personas. Desconocidas pero a la vez familiares. No sé de dónde las recuerdo. “Vidas pasadas” me dice mi mente. Y yo sospecho que en realidad no es mi mente. “Al fin llegó el momento tan esperado” dice nuevamente esa voz tan suave y firme a la vez. No entiendo nada y me desespero, mi cuerpo entero tiembla de una manera descontrolada, mi pulso y respiración se aceleran. Me asusto. Tengo miedo, no sé qué pasa. La persona o lo que sea que estaba a mi lado, ya no está. Estoy sola en un espacio sin tiempo, un espacio vacío. Dimensión nueva. Por un breve instante toda la historia del mundo se proyecta ante mis ojos. No puedo creerlo, me transporto a distintos lugares y épocas. Es un viaje que va más allá del tiempo. En un segundo hice diez viajes, ida y vuelta, y a todos los recuerdo. Tengo la memoria intacta. Más situaciones se hacen presentes y llego a la conclusión de que el tiempo en verdad no existe. No tenemos cuerpo, tenemos alma, podemos sentir muchas o una. O simplemente podemos ignorar todo este saber, como yo lo hacía hace unos instantes. Ya no soy capaz de identificar hace cuánto dejé de ser normal. Mientras pienso esto, acabo en una habitación donde se abren millones de puertas, todas conducen a lugares distintos, con seres diferentes habitando en su interior. Ya no tengo miedo. La persona que estaba a mi lado está conmigo en cuerpo y alma. Sus conocimientos me son concedidos. Y yo los recibo plenamente. Una parte de mí se pregunta qué estoy haciendo y la otra ríe a carcajadas mientras grita “¡lo logré!”. Y yo no sé qué logró y a la vez lo sé. De repente las puertas de la habitación se esfuman y en lugar de ellas, aparecen espejos. A medida que los voy mirando descubro en cada uno de ellos una nueva faceta de mi persona. Y eso me basta. Eso me es suficiente para saber quién soy. Seguramente a veces no me encuentre a mí misma, pero nunca más tendré la sensación de perderme porque ya estoy en casa. Porque rompí las barreras, atravesé el plano terrenal. El día que muera mi cuerpo, mi alma va a liberarse y se encontrará con otras, en otros cuerpos. Pero no, no voy a morir. Ya no le temo a la muerte porque la vencí. Y ahora le doy la razón a mi “yo” del espejo. Todo cambió y soy consciente de que mis pies no volverán a tocar el abismo. Ya no tengo miedo a desaparecer entre las estrellas y el Universo porque soy parte de ellos.

Tatiana Diederle

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