Paso por el trece y andan de rosario.
Me escama tanto rostro compungido; si creen en la vida eterna y en que el Papa va directo al cielo, ¿por qué tanta preocupación y solemnidad? Pienso que deberían estar celebrando su "ascenso" en lugar de hacer estos despliegues de duelo y oraciones en cadena. Pero claro, ahí entra en juego la necesidad de mantener la estructura, la emoción colectiva y el refuerzo de la autoridad eclesiástica.
El espectáculo, retransmitido para el mundo, no es solo para despedir a un líder religioso (mucho menos para solicitar que se recupere de sus males), sino para recordar a todos que el Vaticano sigue siendo un centro de poder, que el Papa es una figura crucial y que la maquinaria debe continuar.
Las oraciones no son para el alma del Papa sino para mantener la fe de los crédulos en la institución.
Y será el guion de siempre: duelo, ceremonias fastuosas, multitudes con velas, discursos emotivos... y luego, la gran espera por el nuevo Papa, con su humo blanco y su "Habemus Papam". Un cónclave lleno de intrigas, pactos y maniobras políticas, más parecido a la elección de un cargo político que a la designación de un líder espiritual.
Y mientras tanto, los fieles seguirán creyendo que todo es voluntad divina y no un juego de poder terrenal.
La muerte de un Papa se convierte en un evento mediático descomunal, con toda la liturgia, los protocolos y la ostentación de una institución que predica humildad mientras exhibe su poder terrenal. Se retransmite como si fuera un espectáculo de otro tiempo, con su cónclave, sus rituales centenarios y su boato desmedido.
La contradicción entre el mensaje cristiano original y la opulencia del Vaticano es difícil de ignorar. No es solo el oro y la pompa, sino también la estructura de poder que se mantiene con esa teatralidad. La imagen de obispos y cardenales envueltos en telas carísimas mientras hablan de los pobres es una de esas ironías que parecen diseñadas para poner a prueba el sentido crítico de la gente.
Por cierto, la última parte del libro que los elegidos váis recibiendo (La pluma de A.H.), es muy oportuna para este asunto. Y didáctica para entender como es lo que se cuece en un cónclave en el Vaticano.
De nuevo, los senderos del Señor.
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