El autoflagelo constante,
persistente ante un amor inexistente.
La consciencia nos advierte
el mal que nos hacemos.
Nos escuchamos,
pero aún así lo hacemos.
El círculo constante,
espiral danzante,
el espeluznante dolor
que perdura en la eternidad.
¿Cómo salir de este infierno?
Lo sé,
todo es un patrón interno,
lo aprendido en esos años transitados.
Augura la voz del bienestar,
que nos pide parar,
cambiar,
soltar.
Dejar que todo se acomode.
Lo que es para uno, solo llega.
Comprender que estamos hechos de retazos:
besos, abrazos,
viajes etéreos.
¿Cómo olvidar?
¿Cómo borrar?
Parece que este borrador tiene un defecto,
no surte efecto alguno
en los recuerdos
que mantienen vivo este amor.
El dolor ya no es un presente,
efervescente temblor,
mi amor…
¿Cómo lo hiciste?
Aún no comprendo.
¿Sigue vivo aún ese resplandor?
¿Son mis sueños un engaño?
Aunque sepamos la verdad de los deseos,
a veces, solo a veces,
deseo despertar a tu lado.
No me retracto de mis errores,
ni me generan terrores.
¿Quién es este humano?
No hay lápiz en mano,
solo una hoja virtual
y tiempo que… ¿será gastado en vano?
Algo lo sabe:
todo es necesario.
El karma, con amargura, es pagado.
Si supieses lo que sé,
¿será que solo me engaño?
Besos de antaño,
otra vez el autoflagelo,
otra vez aumentando el daño.
Tambaleante el peldaño,
extraño este sentir…
¿Es sentir,
o un pensamiento insistente
que persiste en el tiempo,
aún siendo inexistente?
Extraño las caricias bajo ese árbol,
con el sol entre sus hojas.
Este humo me intoxica,
pero más lo hace tu recuerdo.
Nunca estuve cuerdo.
Sé que puedo reconocer mis capacidades,
es solo el miedo a desprenderme.
Puedo comprender su lenguaje.
Por las noches me quito este traje;
a esta cita conmigo
no lo traje.
Desnudo, sin miedo a mostrarme tal cual soy.
Conoces cada centímetro de mi piel,
conozco tus tres.
¿Por qué sufrimos?
Buscamos en otro
y nos tenemos en frente.
¿Qué pasó?
¿Cómo llegamos a esto?
Lo detesto.
Acepto nuestro contrato,
en algún plano acordado.
Ay amor…
si pudiese ponerte en mis zapatos.
Pero ni aunque te los preste podrías comprenderlo.
Son de una sola talla,
y a nadie más que a mí le quedan.
Lágrimas de sal,
salen y valen.
Soy feliz en soledad,
¿será la edad?
¿Prisionero o pionero
del amor diferente?
Indiferente ante las adversidades.
No extraño tu piel,
extraño esos momentos intensos.
Se siente extenso
todo este dolor inmenso,
causado por mí mismo.
Autor de estos sismos necesarios.
Tal vez quedaron pilares por derrumbar.
Este herrumbre
que me dejó al pasar
ese ferrocarril antiguo.
Indago en mis rincones
para comprender mis errores,
buscando cómo dejar ir la esperanza
de que algún día vuelvas.
Mi alma sigue en huelga,
pidiéndome que acabe con esta página.
Pero logro agregarle
renglones imaginarios.
La locura perdura,
aún sin activadores.
Creo que el botón de apagado se averió.
¿Fue suerte? No.
Fue la verdad al reconocerte.
De nada sirve correr.
No hay manera de escapar
de nuestro camino.
El contagio de la noche
hace brotar palabras en derroche,
como esos coches de la ciudad.
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