Una persona autodestructiva solo se percibe en la ruina,
se reconoce y desconoce en un espejo sucio
semipartido,
tan descuidado como su propia imagen.
Se autosabotea, angustiada por las luces verdes,
un color que no le pertenece, le es ajeno.
No cree en la suerte ni en los merecimientos,
niega los buenos presagios
y sigue a un destino retorcido aunque camine por línea recta.
Despedaza esperanzas,
corta hilos,
no le importa estar al filo de la recaída,
se refugia en lo hondo.
No tiene anhelos porque no sabe lo que son, forman parte de un mundo desconocido,
en el suyo el amor solo queda en las manos propias.
Cuando el sentir gusta y la vida torna un color vibrante,
se siente como un sueño del que tomará mas tiempo despertar.
Tiene que ser uno, porque sabe muy bien que jamás estará cerca de esa vida.
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