Lo que otros viven como algo natural (charlar, mirar a los ojos o habitar el lenguaje, o eso que llaman el lenguaje hablado), yo -nosotros los autistas- lo vivimos de un modo artificial. Además de artificial es, en general, traumático. Ya no se trata de verlo como solo una farsa, como un cínico podría verlo o como alguien que odia el mundo. Es todavía más atroz que una farsa.
Pequeñas desconexiones con el mundo otro -exterior- pero también con el propio mundo, con eso que llamamos mundo interior: esos pliegues de voces de otros mundos que forman una sinfonía.
Y tan de pronto esa sinfonía se rompe en nosotros. Entonces aparece ahora lo atroz. Nos volvemos sobre algo, un objeto, una mano, algo en la pared o un largo silencio cartujo. Tratando de recuperar el equilibrio perdido, buscamos el origen de la tragedia para escapar de ella. Encontramos series de cosas, ordenamos objetos. Nuestra mirada está ahora perdida. Busca lo fijo en lo moviente.
Lo atroz es darse que cuenta que el mundo no tiene nada fijo para darle. Que el mundo dinámico, ese mar embravecido, es el único mar y es, también, el único mundo.
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecitoFernando Marasso
Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y Profesor en Teología. Autista.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión