Llegué a casa, pero no estás.
El eco de tus pasos desaparecio,
y el silencio, antes un simple respiro,
ahora pesa como una sombra en cada rincón.
La puerta se abre con un susurro,
pero no hay nadie del otro lado.
El aire, que antes llevaba tu risa,
ahora es solo un testigo mudo de tu ausencia.
Las paredes guardan nuestra historia,
pero sus voces callaron.
Cada objeto que toco
me recuerda lo que ya no es.
El sillon, donde solíamos reír,
ahora solo sostiene mi soledad.
Recorro la casa en busca de tu rastro,
una señal, una huella de que estuviste por aca.
Pero todo lo que encuentro es el vacío,
una ausencia que se convertio en mi única compañía.
Los días suceden sin color,
y las noches, largas y desoladas,
me envuelven en su tristeza,
mientras espero, en vano, verte regresar.
Cada rincón de esta casa
grita tu nombre en silencio,
y aunque sé que ya no estás,
no puedo dejar de buscarte.
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