Hubo una vez donde el único sentimiento que me albergaba era la felicidad, dónde creía que por fin tenía todo lo que quería, creía que por fin mi vida estaba acomodada. El amor me rodeaba, hacía lo que sentía y quería, nadie me obligaba a nada.
El amor desaparecía poco a poco y aunque las personas seguían a mi lado, sentía cada vez más su ausencia y podrá sonar muy irónico, es decir, ¿por qué algo que tendría que generarme alegría me provoca tanta tristeza?
Al punto de que mi corazón rojo, grande, latente y lleno de amor, está vacío, casi muerto. Por más que intento, no comprendo. No logro entender tus razones, no logro entenderte y la culpabilidad me cega todos los sentidos.
El miedo aparece, y con él una pregunta en mi mente, ¿algún día volveremos a ser lo que éramos antes? La incertidumbre es grande y pesa horrores, me hunde los hombros, los pensamientos inundan y carcomen mi cabeza como parásitos.
Vuelvo a preguntarme, ¿algún día volveremos a lo que éramos? ¿Cumpliremos todas esas promesas juntos? Cientos de preguntas sin respuestas y aunque las busco estás no me encuentran.
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