Ausencia de reciprocidad

Ausencia de Reciprocidad.

Como Intrépidas maromas y volteretas sus palabras abrieron su pecho.

“-¿Qué más se puede hacer?" - Dijo aquel imbecil en su despecho.

Rotundo fue su golpe.

Y sangrante fue el estampe.

Que sufrido quedó aquel hombre dolido.

-“¡Trágame tierra!”-. Exclamo a gran voz.

Lamento y lloro por la mala paga de su dulce favor.

Calado, helado; frío quedó.

No supo que decir, más que un: “-¡Mierda!, Como sufro; ¡Maldita sea!, Que feo dolió”-.