Ausencia

Este fin de semana no nos hablamos, te extrañé bastante, pero mi orgullo me dijo que no te buscara, que no te hablara, que no te hiciera notar lo mucho que me haces falta, por que sé que yo a ti no te hago falta. Es difícil ver que ahora nuestras conversaciones diarias pasaron de parrafos y lineas de texto enormes, imágenes de cosas que nos gustan, nos dan risa, chismes, comida, a solo pasar a ser un día entero de conversación en solo 5 líneas, las cuales tampoco eran muy largas.

Y las pocas veces que intenté hablarte o llamar tu atención me ignoraste, y sí sé que lo hiciste, ya que pasaron horas y sabía que estabas en el celular aún. Lo cuál me dolió aún más, y me hizo enojarme quizá, me dio en todo mi ego, el ego que he tratado de destruir, de reconstruir, de olvidar y de analizar con tal de poder volver a estar contigo de nuevo, con tal de que veas que quiero ser otra persona.

Lo peor es que es más difícil intentar no parecer que sí me dolió, intentar no demostrarte que me sigue pareciendo imposible que estés actuando así conmigo, a pesar de que lo merezco, y a pesar del daño que hice, es como conocer a otra persona ya, ya no es la persona con la que viví 10 años, con la que soñé y con la que me emocioné por vivir un nuevo día. Y no te culpo, y tampoco es que no te ame o te quiera seguir amando, pero es una experiencia difícil, sigo creyendo que todo es una mala pesadilla de la que quiero despertar.

Y cuando llegas y me saludas, y me abrazas, no quiero ilusionarme ni crear esperanzas, pero con ese pequeño acto de amor o contacto me es difícil no hacerlo, es engañarme a mi mismo quizás, pero también esa pequeña mentira o esa pequeña esperanza me da mucha fuerza y energía para seguir intentandolo, para seguir creyendo que puedo lograrlo.