Qué impotencia me da no saber qué pasa por tu mente…
Tal vez así dejaría de sentir tan personal cada vez que me siento excluida, sobre todo cuando vos eras de los pocos lugares a los que realmente quería ir.
Derramamos lágrimas por lo injusto que nos parecían los demás; ahora las mías caen al pensarte, al sentir tu ausencia constante.
Y no voy a mentir: a veces pienso que quizás no fui tan importante para vos como vos seguís siendo para mí.
Extraño esperar el día para vernos y reírnos.
¿Y ahora? ¿A quién le mando todas esas preguntas que me hago a mitad de la noche cuando no puedo dormir?
Ojalá no te olvides de mí.
Ojalá recuerdes que no a cualquiera le abro mi corazón.
Y quiero que lo sepas, aunque duela: te extraño.
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