mobile isologo
buscar...

Aún no es hora

Aleinad

Dec 19, 2025

156
Aún no es hora
Empieza a escribir gratis en quaderno

Desde que tengo memoria, el tiempo me parece una cosa muy extraña.

No camina derecho, se esconde detrás de los arbustos y a veces corre como si tuviera prisa solo para asustarnos. Yo soy una oruga "aunque no una cualquiera" y aun así todos parecen empeñados en explicarme cómo debería serlo.

Dicen que el ayer se aleja demasiado rápido, como si tuviera piernas propias. Que hay edades exactas para casi todo: para empezar a ser alguien importante, para enamorarse por primera vez, para dar un beso correcto en el momento correcto. Me lo repiten con tanta seguridad que casi lo creo… hasta que me doy cuenta de que nadie parece realmente feliz siéndolo.

A veces me pregunto quién escribió esas reglas.

¿Fue un reloj con bigote? ¿Un calendario malhumorado? ¿Alguien que jamás se arrastró entre hojas y aun así decidió que todos debíamos correr?

Porque yo, sinceramente, sigo disfrutando esconderme, jugar stop con mis primos imaginarios, reír hasta que el cuerpo se me olvida y tomar chocolate caliente mientras observo historias brillantes donde todo parece posible. Tengo veintiséis pliegues de vida y, según ellos, ya debería estar pensando en alas, en altura, en dejar el suelo para siempre. Pero el suelo es interesante, ¿no crees? Tiene grietas, migajas dulces y lugares perfectos para descansar.

Hubo un momento —no sé exactamente cuándo— en que nos convencieron de que dejar de jugar era crecer. Que ser héroe era infantil, que ser princesa era ridículo, que el mundo serio debía ser de un solo color, preferiblemente gris. Yo lo intenté, de verdad. Miré el gris por un rato… y bostecé.

Tal vez el problema no es tardar en convertirse en mariposa, sino apresurarse a dejar de ser oruga. Porque mientras todos miran al cielo con ansiedad, yo sigo aprendiendo cosas importantes: cómo reír sin motivo, cómo sentir sin permiso y cómo no disculparme por disfrutar.

El tiempo me observa desde lejos, tocando su reloj nerviosamente. Yo le sonrío. No estoy perdida, solo estoy aquí.

Cuando llegue el día del capullo —si es que llega— no será porque alguien me lo ordenó, ni porque el calendario levantó la voz. Será porque yo, una oruga curiosa y perfectamente fuera de tiempo, decida que es momento de probar el cielo.

Y si no…

Siempre puedo quedarme un rato más jugando entre las hojas.

Aleinad

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión