Así es la muerte lenta del abuso

¿Por qué te quedás? ¿Por qué no renunciás?

Sentís un pinchazo de dolor. No sabés de dónde vino. Mirás a los costados. Todo parece tranquilo. Debe haber sido mi imaginación. Va aumentando el dolor. Sentís un pinchazo eb las piernas. Ahora el dolor tiene lugar. Te acordás que cuando niña te quemaste las rodillas con leche hirviendo. Todos los días te curaban la herida para que no se te infecte y te dolía como la mierda.

Otro en el brazo. Te enojás y no entendés. Querés que pare pero no sabés de dónde viene. Volvés a mirar. Sin moros en la costo. Todo en son de paz.

Todo parece tranquilo. Oscilas entre un buensentir y un dolor. Es raro y confuso.

Llega el día. Tu cuerpo no aguanta más. Te perseguís contra ebemigos invisibles. Desconfiás. Qué pasa, preguntás. No estarás siendo muy dramática? Y muy sensible? El dolor es parte de la vida. Si. Debe ser eso.

Un día que ya no sabés qué hacer comprobás con horror que hay cientos de alfileres navegando por tus venas. Te clavaron uno cada día.

Para volver a ser la misma tenés que sacarte uno por uno. Pero para eso hay que encontrarlos. Así se siente el abuso por goteo de una persona de extrema confianza.