Suspiró.
Un aliento divino
Encarnado en la lengua de Sodoma.
Deslizando la serpiente desde el tronco
Hasta el ramaje de mis nervios.
.
La manzana del cuello
Tiembla versos reprimidos,
Bullendo
En el estanque se saliva
Espesada por palabras que asesinan
El ardor de los impulsos.
.
Libres,
Hasta donde las pieles temen
El riesgo de su fuga.
.
De mí salían furtivas
Algunas gotas negras
A través de las grietas del pudor.
.
Manchas que caían
En las hojas del cuaderno
Para escribir oraciones
Que se rezan en jadeos,
Bastardas,
Huérfanas del poeta
Que no tuvo el valor de recitarlas.
Suspiraban en su mente,
Pero jamás tocaron las cuerdas vocales,
Ardientes,
Con el fuego de su carne.
.
Pero el estanque
Fermentó su contenido.
.
Así embriagué mi guardia,
Cuya vigilia reprimía
Cada vez que yo arañaba
Mi más cauto silencio,
Extinguiendo cada pulso
De dejar caer los atavíos.
.
Ahora,
Soy el hombre
Que aún tiembla ante el pecado;
La mujer
De una cárcel de costillas
Y codició la ruptura de su jaula.
La serpiente
Que repta por la carne de mis labios.
.
Soy el árbol
Que yergue su cuerpo
En el glamour del escenario.
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