oí de la melomanía y hallé el secreto en los poemas que recitas. descifré entre tus versos la intención de saciarte de su perfume para encontrarme en alguna parte. no existen átomos que se asimilen a mi latir pasional.
tatué mi nombre en tu alma como si fueras mi propiedad, aún sabiendo que huyo de mi sombra y tu riesgosa forma de amar.
me uní con el viento sin atajos ni asfixia, buscando calmar mi tormenta abstracta con el abrigo que me otorga la brisa. una amante del caos. cambiante como un camaleón. me transformo y desarmo para ser otro reflejo.
con mis dedos palpo el vacío de tu pecho siendo testigo de tu inmadurez y las mentiras provenientes del ego. te conozco tanto y no te conozco nada.
aquel niño que con sensibilidad se dejaba consumir del arte y romance, se perdió en su abismo salvaje olvidando el significado del verdadero ser. no logro reconocer tu rostro cuando te miro. otro habitante se halla en el cuerpo con quien me quise disolver.
el relato de la noche en que desaparecí se volvió tu perdición. el martirio te carcome y carcomido rogaste por el anhelo de tenerme. sos consciente de que las consecuencias pesan más que un insólito orgullo
y en un pedacito de sol, en cada amarillo y verde vas a encontrar mis ojos para conocer el brillo de las estrellas.
desde la luna te veré soñando; acaricio tus cabellos y sobre pétalos danzamos un jazz de consuelo.
pudo haber sido bonito como lo prometiste. pudimos haber sido uno solo con el mar y la caricia de venus.
hoy conoces mi dolor y lloras. lloras pidiendo perdón en mis piernas y siento morir. siento nostalgia, siento rencor, siento amargura.
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