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    Argentina de cero

    Mar 19, 2024

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    Argentina de cero
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    Partiendo de la premisa de que cada uno tiene una orientación política distinta, me animo a afirmar que, hasta antes de la llegada de Javier Milei, los gobiernos democráticos tenían y tienen como objetivo construir un proyecto de país. Demás está aclarar que cada gobierno, partido u organización tiene una idea de país diferente, pero lo central está en el término construir.  

    Todos los gobiernos, partidos y agrupaciones políticas partían -y siguen partiendo- de la idea de construcción.

    Esto no significa que los gobiernos de turno aceptan y utilizan todo lo construido por el gobierno anterior o la oposición; pero sí significa que hay ciertos cimientos estructurales que mantienen a la casa en pie y que los gobiernos parten de esa base para colocar nuevos ladrillos.

    En el modelo de La Libertad Avanza, el modelo es diametralmente opuesto: el objetivo central de este gobierno es destruir. Partiendo de la premisa “el Estado es malo y hay que eliminarlo”, el único camino posible para hacer eso es destruir todo lo que el Estado ha construido y luego destruir al Estado mismo.

    En este sentido, las primeras medidas destructivas de Javier Milei han apuntado casi todas a cuestiones prescindibles, como si habláramos de la galería o el garage de la casa. Por ejemplo, el INADI, Telam, recortes al INCAA, o piso a los sueldos. Aclaro que esto no significa que los ambientes destruidos no sean importantes o no hagan de la casa un lugar mejor; pero sí significa que, al eliminarlos, la casa sigue en pie.

    Sin embargo, el plan gubernamental no se detiene ahí. Según dijo Javier Milei, este es solo el comienzo.

    A partir de aquí nacen dos problemas: el primero reside en identificar cuáles son los cimientos de nuestra casa y analizar si es posible destruirlos sin destruirnos a nosotros mismos. Cuál es el límite a la destrucción; qué estamos dispuestos a destruir de nuestra casa en pos de un supuesto futuro mejor y qué no.

    En este sentido, creo que el desembarco de LLA ha sorprendido a muchos que, como yo, creíamos que las columnas estructurales de nuestro país eran algunas que parecieran no serlo. Sin ir más lejos, yo creía que el slogan “memoria, verdad y justicia” se había convertido en un pilar fundamental de nuestra sociedad, y no.

    El segundo problema es que la destrucción tiene un límite y, por lo tanto, el gobierno también lo tiene. Mientras un plan de construcción es infinito, porque siempre se puede refaccionar alguna parte de lo construido, agregarle nuevos ambientes, construir para arriba, para el costado, etc. La destrucción tiene un límite claro: cuando ya no queda nada.

    Si destruimos, destruimos y destruimos sin construir, en algún momento no va a quedar más nada.

    detodoopino

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