
Los inviernos en Novosibirsk suelen ser muy crudos. La mala fortuna de que el sistema de calefacción se haya averiado encontraba una apropiada ironía en el pico de temperaturas de este enero, el cual estaba rebasando los -31° C. Era la tercera noche sola en casa ya que mi madre en compañía de mi hermano menor se había marchado de visita a Moscú por el delicado estado de salud de una tía. Por mi parte, me fue imposible dejar de lado mis responsabilidades académicas. Entre la decisión de lo que me deparaba mi futuro lo cual no aportaba a mi ansiedad, el frío que llegaba a los huesos y la sensación de soledad; las últimas noches me fueron muy complicadas en pos de conciliar el sueño.
Desde la ventana de mi habitación situada en la segunda planta de la casa, se podía apreciar cómo arreciaba la tormenta de nieve, y a pesar de la que las aberturas contaban con doble panel, la impetuosa baja temperatura congelante se hacía sentir de la manera más cruda. La sensación de intranquilidad era latente, así que intenté distraer mis pensamientos intrusivos revisando un correo que había estado evitando gran parte del día por la significancia del mismo:
Estimada Erika Vasilieva
Es con gran satisfacción que nos dirigimos a ti para comunicarte que has sido seleccionada como beneficiaria de la beca de posgrado literario en la Universidad Estatal de San Petersburgo. Enhorabuena por este logro significativo, y permítenos expresarte nuestras más sinceras felicitaciones.
Tu dedicación y pasión por la literatura han sido claramente evidentes en tu solicitud y en todo el proceso de selección. Tu historial académico y tus logros anteriores han destacado entre los demás solicitantes, y estamos convencidos de que tu participación en el programa de posgrado literario en nuestra universidad enriquecerá significativamente la comunidad académica.
Nos complace ofrecerte esta beca como reconocimiento a tu talento y potencial en el campo literario. Confiamos en que aprovecharás esta oportunidad para desarrollar tus habilidades de análisis crítico, escritura creativa y para profundizar tus conocimientos en la materia.
Te felicitamos nuevamente por tu admisión y por ser merecedora de esta gran oportunidad. Te damos la bienvenida a la Universidad Estatal de San Petersburgo y esperamos verte en el inicio del programa.
Si necesitas cualquier información adicional o tienes alguna pregunta, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.
Atentamente.
Alexei Sidorov, coordinador de admisiones.
No pude contener la emoción a punto tal que salté de la cama. Sinceramente no esperaba que mi postulación llegase a buen puerto, así que la admisión significaba mucho más que una grata sorpresa. Era tarde, el reloj indicaba que había pasado casi una hora desde la medianoche, pero tal noticia merecía una celebración, aunque sea de forma simbólica. Bajé por las escaleras hacia la cocina en búsqueda de un poco de borgoña mientras texteaba a mi madre para darle las buenas nuevas. La beca representaba una bocanada de aire fresco en contraposición con los sucesos del último tiempo para nuestra familia. Mi padre falleció hace apenas unos cuatro meses, y la empresa familiar sufrió una seria desestabilización financiera a causa de la presión impositiva por parte del estado y su reforma tributaria. Entre la hipoteca, la subsistencia misma y la emocionalidad en grises, todo se nos hizo cuesta arriba para nosotros.
Fui hasta la vinoteca de papá para abrir una de sus más preciadas botellas de borgoña, de la distinguida bodega Domaine de la Romanée-Conti y me predispuse a servir dos copas mientras posaba un pequeño cuadro de mi padre frente a mí. Él siempre fue un apasionado de la literatura y es quién siempre me apoyó en este camino. Estaba segura que esté donde esté, se sentirá orgulloso de mí. Disfruté de la experiencia que brindaba el vino en mi boca y no pude evitar que una lágrima se desbordase por mi mejilla. Para evitar que la pena empañe el momento tan gratificante, me puse a conversar con la foto de mi padre expresando todo lo que me ha costado llegar hasta el punto donde me encontraba ahora, y el raudo compromiso que sentía para con lo que estaba por venir.
El particular y emotivo momento fue interrumpido por un golpe que provenía desde fuera. La cocina estaba en la parte posterior, por lo que la gran puerta vidriada que daba salida al patio trasero estaba en el pasillo contiguo. Posé la copa de vino sobre la mesa y me predispuse a ver el causante de aquel sonido. Temía que el viejo pino siberiano que se encontraba en el fondo de nuestra propiedad haya decidido empezar a venirse abajo por la tormenta, conforme a la suerte de los últimos sucesos, pensé que no sería una idea extravagante.
Hice a un lado un extremo de las grandes cortinas de la puerta y me asomé para ver en dirección al viejo árbol, pero no pude divisar nada extraño. La ventisca no amainaba y la visibilidad a mediano alcance no era la mejor. De pronto, otro golpeteo se escuchó desde el costado opuesto del patio y es entonces que pude observar una figura humana que se movió hasta perderse en la oscuridad de los límites de la propiedad que no estaban adecuadamente iluminados. Cerré la cortina de forma apresurada y pude sentir cómo mi corazón se aceleró de repente. Si bien los accesos a la casa eran seguros, no podía evitar el miedo de que alguien entrase. Me tomó unos segundos extras el juntar el valor para volver a dar otra mirada para confirmar lo que había visto. Si bien solo había bebido dos copas de borgoña, no podía descartar que lo que haya visto, no fuese parte de mi imaginación. Corrí la cortina de nuevo, esta vez de forma más disimulada, y mi sorpresa fue mayor cuando no tan solo pude confirmar que mis ojos no se habían equivocado, sino que la figura era de una mujer que ahora caminaba con paso lento en dirección a la puerta. Haciendo el menor ruido posible fui a la cocina para buscar un cuchillo y luego me escurrí hasta la sala principal que estaba al final opuesto del pasillo. El tenso clima estaba acompañado por el intenso resoplido de la tormenta.
Me coloqué detrás del sofá mirando hacia la puerta, mientras de manera nerviosa intenté llamar a la policía. La mente no estaba procesando de manera correcta lo que estaba ocurriendo. De pronto, pude ver la silueta al otro lado de la puerta dibujada por las luminarias de aquella entrada.
—Buenas noches, ¿cuál es su emergencia? —Se pudo escuchar al otro lado de la línea.
—Hola, alguien está intentando entrar a mi casa —repuse con tono nervioso
—Procura mantener la calma. ¿Puedes darme tu dirección exacta?
Estaba por responder cuando vi que la puerta se abrió sin esfuerzo alguno y esa figura, que actuaba de forma serena, al fin develó su rostro. El terror se apoderó de mí cuando caí en cuenta de que esa persona tenía mi apariencia. No era un parecido, simplemente era yo. El mismo cabello, los mismos rasgos y hasta la misma ropa informal que usaba generalmente para andar por casa.
—Señorita, ¿sigue usted ahí? —Se escuchó a lo lejos desde el parlante del móvil mientras este caía al piso.
Me quedé petrificada ante tal suceso. La figura se dirigió a la cocina con la mayor naturalidad y yo no pude hacer más que hundir mi cara en el respaldo del sofá intentando encontrarle un sentido a lo que estaba pasando.
¿Cómo era posible que hubiera otra persona idéntica a mí en casa? Con el cuchillo apretado en la mano, permanecí oculta detrás del sofá, sin atreverme a realizar movimiento alguno.
Aquella figura se movía con soltura por la cocina, como si estuviera en su hogar. La tormenta seguía rugiendo afuera, intensificando la atmósfera cargada de misterio y terror.
Por un momento barajé la idea de que era un sueño, pero no, era imposible, aquella otra persona estaba allí, a metros de distancia, caminando con mirada vacía.
Mi doble salió de la cocina y se detuvo. Como si hubiera sentido mis ojos sobre ella, se giró lentamente en dirección al sofá. Contuve la respiración, no obstante, mi corazón latía tan fuerte que temía que la otra lo escuchara.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó la doble con una sonrisa inquietante en sus labios, como si supiera lo que yo estaba pensando.
Me fue imposible articular palabra alguna, seguía incapaz de reaccionar. Aquello no podía ser real. La escena parecía sacada de las peores de mis pesadillas.
Mi doble se acercó muy lentamente y se detuvo frente al sofá. Sus ojos se clavaron en mí, transmitiendo una sensación escalofriante de familiaridad.
—¿Qué es lo que quieres? ¿Qué buscas? —Pude balbucear finalmente.
Mi doble soltó una risa perturbadora.
—Oh, cariño, no me mires así. ¿Acaso no te has dado cuenta? —repuso con un tono más grave cargado de ironía.
El horror se apoderó completamente de mí. No podía apartar la vista de aquella otra versión de mí misma. La doble se agachó y tomó el móvil que había caído al suelo, y con una sonrisa siniestra me lo acercó.
—¿Quién eres realmente, Erika? —susurró mi doble antes de desaparecer en la oscuridad de la casa.
Pude reaccionar en un momento fugaz de lucidez y corrí hasta mi habitación con los ojos llenos de lágrimas. Estaba totalmente desesperada. Temblando de miedo y sin dejar de llorar marqué el número de mamá, pero en el segundo tono, la puerta de mi habitación se abrió de par en par y entró mi madre corriendo a abrazarme.
—Tranquila, mi amor. Ya estoy aquí —me dijo intentando contener mi incesante llanto.
—Hay algo ahí afuera, mamá —respondí con voz trémula.
—Lo sé, pero no temas, no te haremos daño —contestó con voz calmada.
"Hola... Hola... Hija, ¿estás bien?". Se escuchó a lo lejos desde el móvil que había conectado la llamada sin darme cuenta.
Solo atiné a despegar mi rostro del pecho de aquello que tampoco era mi madre, para luego observar que su mirada también estaba vacía además de mostrar una retorcida sonrisa. Mi doble apareció en el umbral de la puerta y mis emociones colapsaron.
"Hola, amor. ¿Estás bien?". Mi madre co
lgó e intentó llamar de regreso, pero aquella llamada nunca fue contestada.


Sir Volka
Comencé a escribir para no morir de silencio, poeta del abismo, alquimista del deseo y devoto de lo profano. Soy aquello que excita y espanta. La voz sucia que reza mientras gime.
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