mobile isologo
buscar...

Arcano XVI: La torre(noerestú)

Jun 3, 2025

65
Arcano XVI: La torre(noerestú)
Empieza a escribir gratis en quaderno

Me dormí con la sensación de que, quizás, lo más probable, no despertaría con un mensaje de él. Dicho y hecho: no me habló hasta como la una de la tarde, justo después de que subí una historia —a propósito, por supuesto—. Pero la conversación no fluyó. Lo sentí más seco, más distante.

¿Hice algo mal? ¿Me está mostrando que solo fui un polvo más, como todas las veces, como todos los años?

Después de un día lleno de pensamientos rumiantes y de consejos de mi prima/hermana/mejor amiga, decidí abrir mi corazón y enviarle un bendito (maldito) mensaje. Le expliqué mis razones para no vernos ni hablar más. En resumen: mi corazón y mis ganas de tener algo serio.

—Soy una impulsiva patológica… o al menos así me siento cuando hago cosas de las que después me arrepiento.—

¿Su respuesta?

—¿Prefieres que no hablemos más?—

Me sentí enojada. Cambió tanto de un momento a otro. No sé qué pensé que iba a pasar, si siempre hacemos lo mismo.

—Es culpa mía—, me dije. Porque le di chipe libre para hacer lo que quisiera conmigo. Y sinceramente, jamás me importó...

—¿O sí?—

Hasta ahora. Ahora que mi deseo de amar y ser amada, después de tantos fracasos, se volvió más fuerte. Ahora que mi fe en que algo bonito podría pasar —y en que, si siempre volvíamos a nosotros, era por algo—, se derrumbó.

No le respondí nada, por supuesto. Ya era demasiada la vergüenza que sentía después de haberle mandado ese enorme testamento explicándole lo que sentía, esperando... ¿una respuesta diferente?

—¿Qué esperaba? No sé. La verdad, no sé. Tal vez algo así como: "intentémoslo", "veamos qué pasa entre nosotros", "me gustas", "no quiero dejar de verte".—

Pero no fue así. Impacto en el rostro. Caí del cielo de cara y me rompí todos los dientes.

Una hora después me escribió de nuevo. Dijo: "No quiero hacerte daño yo, por si acaso". Y después... no hablamos más.

Hoy me leo a mí misma en ese momento en el que estuvimos juntos. Lo ilusionada que estaba —o lo idealizado que lo tenía—. Y me doy vergüenza ajena.

Me doy vergüenza porque sé que esto pasaría. De verdad, muy, muy en el fondo —o no tanto—, era algo que siempre hacemos. ¿Qué esperaba? ¿Que me viera de otra manera si nuestra forma de vincularnos siempre ha sido la misma?

Me siento como la primera vez que me salió la torre. Cuando aprendí a leerme las cartas yo sola, me salió la torre una y otra vez. Algo malo iba a pasar —bueno, no sé si malo—, pero algo iba a pasar. Se me estaba avisando y no quise prestarle atención. Cada vez que me salía, me asustaba y decidía ignorarla, como cuando los testigos de Jehová pasan por afuera de tu casa y prefieres hacer como que no estás.
En este caso, mi diálogo interno de —"esto ya ha pasado antes"—, —"van a volver a lo mismo"—, —"no se van a enamorar por fornicar con pasión unas cuantas veces"—, era mi carta de la torre, avisándome de lo que obviamente se venía.

Admito que soy una mujer demasiado intensa (de clóset), apasionada y soñadora. Entonces, aunque no lo demuestre en mi día a día —y no es algo que diga en voz alta comúnmente—, suelo imaginar que el amor de mi vida llegará de una manera totalmente inesperada y será perfecto.

—Ya sé, nada es perfecto—, me digo —pero déjenme soñar un rato.—

El hecho de tener historia con él, y que literalmente todos los años nos vemos, me hizo pensar que en algún momento nos encontraríamos más maduros y nos enamoraríamos. Pero no.

Al final no todo es conexión sexual, aunque me encantaría.

Esto me recuerda que no es la primera vez —como se imaginarán— que idealizo a un hombre. De hecho, he idealizado personas que ni siquiera saben dónde se encuentra el cliptorí. Así que, aunque lo parezca, no, en realidad no todo es sexual para mí.

Mi fantasía es que el hombre que alguna vez me dañó se arrepienta, se retuerza y se arrastre como un gusano hasta que logre enamorarme de nuevo y vivamos felices para siempre.

—Miento—, me corrijo. —Era mi fantasía. O deseé eso en algún momento de mi vida.

Porque hoy en día quiero tener otro tipo de conexiones, sin tanto caos, que es a lo que en algún momento me acostumbré: la adrenalina, los celos, la posesividad...

—Que sí, me sigue gustando—, admito —pero lo quiero a toquecitos. No algo insano o dañino.

Estoy empezando a poner mis límites. Porque admito que, en otra circunstancia de mi vida, me hubiese guardado las ganas de un amor romántico y monógamo en el fondo de mi clóset, con tal de seguir disfrutando los viernes por la noche con el muchachito: los cigarros, el vino, los besos lentos, su olor, su pelo, su respiración, su mirada.

Pero no.

He cambiado. He crecido. —He tenido ganas de recaer, sí—, pero no lo haré.

Porque yo quiero otro tipo de relaciones en mi vida.

—¿Lo lograré? ni yo sé.

continuara(?

Ella entre paréntesis

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión