Las raíces comenzaron a cubrirle el pecho tres días después que creciera un bulto debajo. Había ramas que brotaban lentamente, aprovechando el sol y el sudor. Por las noches tenía pesadillas con los muertos, una cara deformada por los insectos y cierto halo triste que recordaba el hambre. Las ramas entonces se entrelazaron bajando hasta su entrepierna e instalando un arbusto en la planta de los pies. A la tercera semana ya estaba cubierto por completo, provocando que las aves amanecieran descansadas sobre su cabeza. Su familia y amistades se atrevieron a cortar las hojas, pero el dolor que suponía los hizo desistir de inmediato. Vomitó semillas y de ellas cayeron frutos, que los polluelos alcanzaban asomando sus picos. Al mes y medio Son fue plantado junto a la cosecha. Comenzó a recordar, y de la tierra una mano alcanzó a su prima que, de visita, solo intentaba recoger un poco del incidente a través de la arena guardada en botellas de plástico, un poco más cerca de sus restos (…) sostuvo su mano desatada. Alguien volverá pronto a casa.
Imagen de Pexels. Propiedad de Alan Cabello

Verónica Abir
Solo lo intento cada día, como respirar. Ves tus ruinas como son, libres de la ilusión, las expectativas (...) de modo que por fin puedes empezar a contar las tuyas. BELMAR, Issac
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