Aquello que rompiste

Si bien, ya no recuerdo tu rostro y menos el calor que emanaban tus manos al tomar las mías, todas las noches me atormentan los recuerdos y las interminables preguntas que nunca logré hacerte. Y es que acaso ¿no merecía que te despidieras correctamente? Dos veces te alejaste de mi camino y en ambas no quisiste comunicármelo como, al menos yo creo, me merezco. ¿No merecía que terminases diciéndomelo a la cara? A pesar de todo el esfuerzo que hice por amarte, la manera en que escupí mi corazón para dártelo, ¿Terminar todo ello solo bastaba con un mensaje desgarrador ocultado con mentiras?

Realmente no sé por qué me lo sigo consultando, pero es seguro que no lo dejaré de hacer jamás.

No solo dejaste mi corazón en mis manos, destrozado y agonizante, sino que arruinaste mi percepción de ti. ¿Por qué soy la única que debe mostrar madurez? ¿Por qué tus amigos solo hablan de mis errores? Pensé que eras madura, que había algo de amor por ti en mí, pero nunca me diste ni la mitad de lo que le diste a tus anteriores parejas ¿Qué era tan distinto en mí?

Confié en ti mi pecho, mis cicatrices, mi cuerpo desnudo y mi alma al descubierto ¿acaso eso no fue suficiente para tener algo más de empatía?

Mi peor problema, es que podrán pasar mil años y yo siempre me preguntaré por qué conmigo fuiste de esa manera, qué fue lo que te motivó a destrozarme en pedazos. Yo no era insegura antes de conocerte ¿qué te generó ganas de volverme lo contrario? ¿cuál fue el motivo para destrozar todo de mí e irte sin asumir responsabilidades?

Te aprovechaste de mi amor, incluso decidiste irte sin despedirte esta vez. Creo que eres despreciable, creo que debería odiarte, pero acá estoy. Sigo suave como me encontraste la primera vez que me miraste, sigo sensible y esperando respuestas.