Y entonces, no me salían las palabras. No tenía claro si quería enfrentarte y preguntarte todo en cara, o preferir dejar las cosas en su ritmo, y confiar que sería lo mejor para mí. Entonces lo dudé, ¿Que vale más, una amistad que tal vez terminé por borrarse con el tiempo, o la tranquilidad y calma de mi corazón al no seguir dudando?
Una cosa es amar, amar como lo pintan en cuentos, historias, otra cosa es amar dudando, eso mata, arde por dentro. Quise gritar y llorar, por qué todo había estado tan bien, hasta el momento dónde sentí de golpe el vacío, el darme cuenta que, yo, querido árbol, no soy el sol.
De todo lo que quise gritar y escribirle, solo dejé algunas palabras, una carta que posiblemente jamás le llegaría, por qué no sabía cómo empezarla, era una lengua extraña para mí. Deseé tenerlo lejos, más fuera de mi alcance de lo que ya estaba, a ver si a la fuerza y todas las veces que me chocaba con esa ventana, aprendía, pero no.
Deseé poder enfrentarte, pedir explicaciones y hacer esas pequeñas preguntas que no me dejaban tener paz en mí. ¿Qué me hace falta para ser el sol? ¿Podré, algún día, ser yo?
Posiblemente, hubiese tenido que susurrarlo, por qué de haberlo dicho demasiado fuerte quizás habría vuelto a romper en llanto.
No sabía cómo continuar, no sabía que quería hacer, sentía que ya había perdido mi último trozo de esperanza, que había sido arrancado de mi corazón, quise quedarme quieta y convertirme en polvo, pero ya sabía que no se podría, que no sería tan sencillo como simplemente decirlo, por qué de ser así, ya lo sería.
Escribí sin sentido lo que sentía, que carecía de cordura y gracia, solo quería soltar el dolor del golpe contra la ventana, otra vez.
Parecía que jamás aprendería, yo era un árbol de jardín, en una bella casa, y al caer la noche siempre esperaba ver en lo alto a esa luna, que brillaba con su sombra. Pero había noches donde me quedaba esperando, mientras que en otras la veía hacer su espectáculo. Cuando no estaba me preguntaba por qué, dudaba, desde mi pequeño cubículo de cristal. Entonces me di cuenta, un día de eclipse, cuando no estaba, se encontraba detrás de un sol. Un sol que no era yo.
Me cansé de estrellarme contra la ventana, tratando de sacar mis raíces y subir a la montaña más alta, tal vez desde ahí si me vería, pero eso jamás pasó, por qué la luna ya amaba a alguien, a un sol, uno que anhelaba ser yo, pero no lo era, y debía de aceptarlo.
Oh querida luna, tú que eres del cielo, y yo estoy aquí, amarrado a la tierra. No dejes de brillar nunca, querida luna, aunque no sea para mí, o conmigo, no dejes de hacerlo.
Te lo suplico.
- Sayla

Sayla 🌲
Solo soy un alma contenida en un árbol. 🌲 «Ahora me veo otra vez a mí, más allá de un sentir.»
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión