Antes de que... ¿Te acordás?

¿Por qué? ¿por qué tenía que ser así? ¿por qué hoy y no antes? ¿por qué a mí sí y a vos no? ¿capaz a vos si?

Desde esa tarde de invierno en la que te conocí... Desde esa tarde. ¡Esa bendita tarde yo ni tenía que estar ahí! Y pasó. Te conocí.

Al principio, no. Al principio, te reconocí de algún lugar. ¿Te acordás esas noches, ese edificio viejo e imponente, ese frío viento soplando furioso? Yo, si me acuerdo. Me acuerdo de vos, de tu apariencia, de tu sonrisa, tus ojos, tu pelo. Pero yo sabía que no.

¿Yo sabía o creía saber? ¿O quería creer? No sé... No debería pensar en eso. Y pensar en todo lo que nos pasó. En todo lo que se fue.

Pero, si. Me reconociste. Me saludaste. Hablamos y nos despedimos. Al otro día, nos volvimos a ver. ¡Ay, esas malditas coincidencias! Mejor dicho, esas benditas coincidencias...

Siempre charlamos mientras fumamos. Te reías y yo te seguía el juego. Ese principio... Pensar que... Y, si. La verdad, me gustabas desde el día de conocerte. Desde ese día que llegue y me senté atrás tuyo. Ese lugar fue mi perdición.

Pero él volvió. Yo tuve que esperar. Esperar un decisión, una palabra, un nuevo camino.

Si, empezó un nuevo camino en un primavera de septiembre. Ya no te veía tan seguido como antes. Pero esos días que te veía... ¡Que emoción era! Tener tu atención para mí. Me escuchabas, me preguntabas, me hablabas.

Después de un tiempo... ¿Te acordás de ese lugar? Un tiempo paso desde que hablamos. Y nos fuimos a tomar un café. Hablamos de nuestras vidas, las intimidades de cada uno, nuestros gustos y placeres. Y nos reíamos.

Me miraste. Casi muero. La adrenalina. Te pedí que me esperarás, que ahora volvía. Volví yte dije que me tenía que ir. Y nos miramos. ¿Te acordás como nos miramos esa noche? Una atracción, un imán. Te dije de fumar un cigarrillo más antes de irme. Y antes de que... ¿ Pero como fué? ¿Te acordás?

Continuará...