La espalda está agujereada, los huesos están roídos por el paso del abuso. Es como un río que no se detiene y va rompiendo cada vez más.
Ante la imposibilidad de volver: el sacrificio. El dolor tóxico en el pecho reclama una quema, y un cuerpo que respira todavía es la ofrenda.
El sacrificio, dádiva, oblación con una causa más grande que vivir una vida de mierda.
Alguien que se va. Una vida que podría haberse vivido.
Me gusta pensar que fui importante para alguien y no solo una carga.
Yo sé que en algún momento lo fui.
Es muy doloroso que todos me hayan demostrado lo contrario.
Voy a hacer lo que pueda para explicar cada situación donde se vio con los anteojos del abuso.
Puede no funcionar. Será un sacrificio en vano más que la propia defensa de una vida digna.

¿Dónde está mi vida?
No cualquier vida, yo quería la mía. Las palabras cuando no hay salida, ni las palabras. No puedo más con tanto dolor ni deshumanización.
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