lo llaman ansiedad, pero es ambiguo. no hay palabra, adjetivo calificativo o definición psiquiátrica que ejemplifique palpitaciones. no hay palabra que ponga en contexto las miles de situaciones repetidas en mi mente durante noches alargadas por la luna y por el sol que la acompaña en el amanecer. no hay palabra que identifique un corazón que se achica, con dos manos que surten, que lo ahogan que lo rompen que lo toman no hay palabra que comprenda el lamento cotidiano no hay palabra que me borre la fila de pensamientos abstractos inconexos adversos venideros futuros pasados y presentes que se traspapelan en la mente en el cuerpo en el inconsciente en la frente del beso que mi mamá me dio en la noche justo ahí recaen todas las pesadillas que me avecinan en la madrugada no hay palabra que explique lo que siento cuando ya estoy acostumbrada a planificar una conversación con tres semanas de antelación sobre cómo pedir un café con dos cucharadas de edulcorante una gota de leche de soja ni muy caliente ni muy frío en el bar que queda a 10 cuadras de mi casa y que atiende una señora que parece ser nostálgica probablemente buena pero con sus ojos me incrimina no sé si creerá que me la doy de extravagante por tomar leche vegetal o pensará que busco ser un poco más original pero quién piensa éso si hoy en día es de lo más normal no hay palabra que explique el vacío de pensamientos y la felicidad que éso implica en el día de un ansioso, entonces supongo que ansiedad es la manera más resumida, acotada, restringida, pero no hay manera de que la palabra ansiedad explique lo que la ansiedad genera.
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