El sol se escondió, y con él se llevó la poca luz que me quedaba. Me dejó aquí, perdida en esta penumbra donde mi soledad me abraza hasta ahogarme.
Me siento encarcelada en mi propio cuerpo, intentando huir de lo que fui, de mis errores que pesan como cadenas. Caí en una jaula llena de espinas, una que yo misma construí con mis miedos, y ahora cada movimiento me desangra un poco más.
Grito tu nombre en esta oscuridad, te suplico que no te marches, que regreses con esa sonrisa que una vez me sostuvo, esa mirada que me devolvió la vida cuando yo ya no la encontraba.
Pero ahora no estás. Sólo queda un eco, débil y cruel, que repite mis propios sollozos como si quisiera recordarme lo sola que me quedé.
Y aun así, sigo aquí, temblando, rota, esperando. Esperando el día en que vuelvas por mí, aunque sea para encontrarte con los restos de la persona que se quedó amándote incluso después de tu ausencia.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.

Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión