¿Qué no daría yo por deshacerme en tus brazos si quisieras sostenerme?
Hallar en tus labios el final de mi vida no sería amargo si pudieras verme.
Llevo tu nombre tatuado en mis cuerdas vocales,
Anidado en mi garganta como una joya entre las yugulares.
¿Qué no daría por entrelazar tu pelo como nubes arreboladas al atardecer?
Encontrar en tu regazo un oasis de calma entre tanta vorágine.
Llevo tu voz como un mantra de ternura en mis oídos,
un eco de dulzura entre mis pensamientos más sentidos.
Este anhelo es la fuerza gravitacional que me mantiene unido.
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