habitar la tristeza
porque la angustia es el único afecto
que no engaña.
quizás
porque en un punto
se hace carne.
se vuelve más yo que yo misma
y desconfiar de mí ya no puedo.
cree un refugio para mí y mi tristeza,
para que no entre nadie
que sea solo mío.
un rincón que sepa abrazarme como me hace falta;
que sirva como la voz de una madre en el llanto de un niño,
que calle mis dolores.
dios, soy débil
mi corazón ha aprendido a fundirse en la tristeza
nunca supo arrodillarse ante ella,
ahora
cada día
un poco más
busca rendirse,
aislarse,
esconderse
para que nada pueda volver a romperme.
el silencio desgarrado me alcanza, todo parece quedarse quieto.
hoy me miré al espejo,
mi refugio estaba lastimado
sangraba imparablemente
no había palabra que lo consolara.
mi refugio hoy me dió pena: era yo.
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