Angelitos y Diablitos

Así nos suelen representar las discusiones internas. Dos voces. Una lumínica que te alienta, te sube el autoestima, te da valor. La otra diabólica que te estanca.

Hoy, mi diablito eligió disfrazarse de mi lado analítico. Se hace el observador (como si la acción de observar no fuera subjetiva) y me muestra todo lo que tengo para perder si me animo a hacer lo que siento. Según él, no hay ninguna señal de que las cosas vayan a salirme bien. ¿Cómo van a salirte bien Ezequiel? ¿Vos viste alguna intención de la otra persona? ¿No crees en tus ojos? Soy tus ojos.

El angelito es el de siempre, medio bohemio el loco, pero a veces me sube el autoestima. Es el que mira hacia adentro y me dice "¿viste lo que sos? Hace lo que se te cante el orto, te sale todo". Imposible que falle, soy inteligente, soy sensible, me rodeo de la gente correcta, la gente que yo elegí porque mi criterio es el mejor.

A veces se llevan bien. Se arman un fernet, prenden un churro y se dividen sobre qué parte de mi vida van a accionar cada uno. A veces a ambos les interesa lo mismo. A veces quiero algo y el angelito me anima porque tengo un montón para ganar, pero a la vez el diablito me ata porque también tengo un montón para perder. A veces el vuelo es seguro y el angelito se anota un punto, otras hay tormenta y me golpeo, y el diablito lo mira y le dice "viste que te dije".

El problema es que hoy me está ganando el ser conservador. No puedo ver el cielo desde acá abajo. ¿Está despejado? ¿Hay tormenta? ¿Me quiero quedar acá sin saber cómo está el clima? ¿Me la juego sabiendo que puedo hacerme mierda?

¿Me hago mierda?

¿Me quedo sin la chance de volar?

¿Me la pego?

¿Vuelo?

¿A quién le hago caso?

¿Puedo elegir a quién le hago caso?