Andar a las anchas,
andar a mis anchas
como la Pampa húmeda
o como Júpiter
que orbitan ambas en la inmensidad
de un vacio vasto.
Caminar con el andar de los leones
con el cantar de los pájaros
con la certeza del sol.
Dibujar en el aire con el pelo suelto
una melodía de tambores africanos
de saltos sin ataduras
y espontáneos manotazos de juego.
Escuchar esa melodía y entregarme
con el cuerpo hecho guitarra
o charango o flauta traversa.
Correr como los caballos
para descubrir que el cansancio
no me impide llegar al mar como el río y reír.
Ser cada vez más mar y explorar
las cavidades que sólo él esconde.
Cavidades de un mundo humano y ancho
imperecedero.
Ser cada día más vida y colarse entre
las grietas de una vereda adoquinada sin mantener.
Y brotar brotar brotar brotar.
Agua y planta y hongo sideral.
Andar a mis anchas en este mundo que zanja la libertad,
que la convierte en una mercancía susceptible de valor capital.
Mirando al costado de la vereda,
observando las cotidianas urgencias.
En una cama o en un beso.
Hacer el amor cada vez más ancha.
Y que él me haga.
Me desarme y sangre.
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Rocío Giménez Ferradás
Hola! Soy dibujante pero las palabras son un jardin en el que refugio el pensar
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