todavía estás
en la forma en que mis dedos se curvan cuando sueño
como si tu nuca aún estuviera debajo
como si tu respiración siguiera marcando el compás
de mis costillas distraídas
te quedaste
en el hueco que hace el colchón cuando me giro
en la marca invisible que tu cuerpo dejó
en la toalla húmeda, en el borde del café frío,
en las palabras que no pronuncié porque
todas sabían a vos
me lavo
las manos y no basta
me lavo
la piel y seguís ahí
como una fiebre mansa
como un perfume que se adhiere a los huesos
como una promesa que se disolvió
demasiado tarde
y ahora te tengo
en el omóplato izquierdo
en la lengua dormida
en el fondo del estómago
como si en lugar de irte
te hubieras agazapado en mi carne
no puedo expulsarte
porque no sos fantasma
sos órgano
sos sombra
sos agua estancada en la cavidad del pecho
sos la piel que me falta
y a veces —a veces—
cuando me abrazo fuerte para no quebrarme
siento que todavía me estás tocando.

Giovanni Battista Manassero
Escribo para encontrar lo extraordinario en lo cotidiano, entre el absurdo, la nostalgia y el mate bien amargo.
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