Hay días en los que no me reconozco.
como si algo en mí se hubiera marchado
mientras dormía.
y al despertar, solo quedara esta sombra
que imita mis gestos,
que responde mensajes,
que finge tener hambre.
He empezado a extrañarme.
no como quien echa de menos una ciudad,
sino como quien sabe
que hay partes suyas enterradas
en alguna versión que ya no respira.
No sé en qué momento dejé de sentir.
ni cuándo el silencio empezó a sonar tan fuerte.
solo sé que me habito a medias
y que hay un rincón de mí que llora
sin hacer ruido.
A veces, cuando llueve,
me quedo quieta
escuchando el agua chocar contra las cosas.
como si cada gota
viniera a decirme algo que olvidé.
te pienso.
pero sin palabras.
con el cuerpo.
con esa nostalgia que no se dice,
que solo se queda pegada a los dedos
como el olor de una carta vieja.
Hubo un tiempo en que te bastaba con mirarme
para saberlo todo.
ahora ni yo sé cómo explicarme
sin romper algo en el intento.
No quiero que regreses.
tampoco quiero seguir fingiendo que no dueles.
Solo quiero sentarme un día frente a mí
y poder decir:
"ahí estás… te extrañé".
y entonces sí, tal vez,
volver a ser.
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