En un pueblo lejano vivía Helena con su querido esposo Hernández. Helena era una mujer joven y su esposo era un marinero muy distinguido que viajaba mucho.
Helena tenía un oscuro secreto; cuando su marido zarpaba, ella aprovechaba para engañarlo con su amante francés el cual por casualidad portaba el mismo nombre que su esposo. Este todas las noches después de las 8:00 p.m., llegaba a su casa escabulléndose de forma muy discreta y procedía a cantar la canción secreta que decía así:
Helena, abreme la puerta sin ninguna desconfianza, soy Hernández el francés que viene llegando de Francia .
En esa época, el candil se empleaba para la iluminación. Cuando Helena abría la puerta, él seguía cantando: Helena me abrió la puerta sin ninguna desconfianza y al abrir la puerta Helena apagó el candil.
sucesivamente el amante la visitaba cada noche empleando la misma melodía secreta; hasta que un día un pajarito los descubrió y se dedicó a espiarlos constantemente para exponerla una vez su esposo regresara de viaje.
Cuando el hombre llegó y desembarcó, el pajarito le contó todo el incidente; diciéndole tu mujer tiene un amante que cada vez que te marchas llega a las 8:00 pm y el pájaro le enseñó la canción que utilizaban como clave.
Entonces, el marido arribó a su casa de forma muy natural, simulando no tener conocimiento de nada, pero ya estaba alerta y al tanto de todo ese enigma. Estuvo 3 días en casa y luego comenzó a montar su falsa embarcación con el objetivo de atraparla, se despidió de su desleal esposa y "se fue" literalmente sin zarpar.
Se escondió muy tranquilo esperando la noche para llevar a cabo su juego magistral. Cuando su reloj marcó las 8:00, se encaminó a transformarse en el amante de su esposa y comenzó a interpretar la canción.
Helena, abreme la puerta sin ningúna desconfianza, soy Hernández el francés que viene llegando de Francia Cuando Helena abrió cantó así: Helena me abrió la puerta sin ninguna confianza y al abrir la puerta Helena apagó el candil.
Él ingresó en silencio sin pronunciar una sola palabra. Helena, desconcertada ante inmenso silencio, le cuestiono: Hernández, ¿qué te pasa mijo? ¿Por qué no me hablas conmigo? ¿Tienes miedo de mi esposo o amas a otra más que a mí?
el marido contestó: No tengo temor a tu esposo que está muy cerca de ti.
Helena al oír que era su esposo, estaba totalmente congelada y comenzó a llorar expresando:
Perdoname, maridito , perdona mi desventura, no lo hagas tanto por mi sino por nuestro hijo.
El marido murmura: Qué te perdone el francés que te usurpó tu hermosura. Toma a mi hijo, criada y llevalo a mis padres, si preguntan por Helena, diles que tu no sabes.
El esposo agarró su arma y disparó numerosas veces al corazón de Helena.
Recomendados
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión