No pude seguir leyendo, gotas manchaban y arruinaban la hoja, la cual temblaba como si estuviera viva, o eran mis manos, no sabia que decir, la desesperación me inundaba, me sentía otra vez en aquel río, me dolía el pecho, la cabeza, me ahogaba, pero abruptamente un estruendo y gritos me sacaron del shock, cuando mire entre en otro.
~•~
-Vaya al punto y no se extienda demasiado. Cualquier cosa que diga puede ser utilizada en su contra, ¿Entendido?-
Ella era una joven hippie, tenía unos 20 o eso es lo que aparentaba, era hermosa, estaba sentada en la barra del bar, aún con humo de pucho a su alrededor, era la más hermosa. Aquella muchacha irreal y perfecta que hacía temblar mis iris, se subió a un escenario, en el centro había un piano de estilo moderno, y empezó a tocar una melodía, que a juego con la escasa luz en ese lugar recordaré por siempre como la más melancólica que he escuchado. Me encanto, nadie parecía prestarle atención, pero yo tenía tal fijación como la de un niño con su celular. Me considero una persona normal, solo alguien pobre que entro a ese bar en Palermo por un pizarrón de descuento del 50% en sus tragos seleccionados, pero aun así, con un coraje que no sabia que tenia, me le acerque, la garganta y la nariz me picaban, pero me recibió con la sonrisa más bella que había visto, logre que habláramos, no sabría decir si fue la conversación más corta o la más larga que alguna vez tuve, pero parecía realmente interesada en mi, hasta me pidió intercambiar números antes de irse.
Nuestra primera charla por pantalla fue un mensaje de ella, decía “❤️Hola❤️”, no se que clase de amarre tenía eso, si acaso fueron esos dos corazones o que ella tomara la iniciativa de escribirme primero, pero de ahí no pude salir.
Hablábamos todos los días, y descubrí que los hippies, o capaz no todos, tienen una personalidad bastante alegre y coqueta, muchas veces no sabía cómo sobrellevarlo pero lo intentaba, para que no pensara que no tenía interés en conocerla. Los mensajes no eran suficientes, necesitaba verla de nuevo y cuando le ofrecí una cita, pensé que como en mis relaciones anteriores, me esquivaria una, dos, tres veces al principio, pero no, aceptó, y hasta parecía más entusiasmada que yo.
El dia de la primer cita fue en el Museo Nacional de Arte Decorativo, la espere en la puerta, ella insistió en que no la fuera a buscar, llego tarde, aunque no es como que realmente me importase, no hubo ningún problema con la salida, fue especialmente cariñosa conmigo, tanto físicamente como verbalmente, me sentía en lo más alto de una nube, como si la conociera de toda la vida.
La segunda cita fue en la feria de Plaza Francia, la espere, llego tarde, pero me dijo que su gato había vomitado, no sabia que tenia un gato, así que lo entendí, ella se compró un collar, uno de esos que el dije se abre y colocas una foto, no me anime a preguntarle qué foto pondría, nose porque.
La tercera cita fue en el Parque Tres de Febrero, la espere, llego tarde, me dijo que estaba tocando el piano y se olvido del tiempo, sabía que le gustaba tocar todos los días ese instrumento, así que lo acepte, tenía el collar de la feria puesto.
La cuarta cita fue en mi casa, en la Matanza, la espere, llego tarde, pero no me enoje, ella me cocinó y me ayudó con los quehaceres de la casa, más amable que nunca.
La quinta cita fue diferente, ella me invitó a su casa, en Recoleta, fui temprano por los nervios, ya habían pasado 5 meses, ese día me invitó a quedarme a dormir, y tuvimos nuestro primer beso, mi corazón estaba eufórico, fue el mejor día. Dormimos abrazados, note tres cosas, no vi al gato, capaz estaba escondido, no se sacó el collar de la feria para dormir y entrada la noche unas gotas húmedas tocaron mi brazo, cuando le pregunté, dijo que seguramente fue el aire arriba de la cama que goteaba, mi aire también goteaba, asique tenía sentido. La mañana siguiente, antes de irme, me dio una copia de la llave de su departamento, estaba realmente feliz de que confiara en mí así, le ofrecí darle una del mio también, pero se negó, no se porque.
Con el paso del tiempo me agarre una costumbre, todas las tardes, a eso más del mediodía, iba a su casa, era la hora en la que ella se dedicaba a su piano, no me dejaba acercarme mucho pero de lejos la podía contemplar, siempre tocaba la misma melodía de aquella vez en el bar, pense que capaz no le gustaba lo suficiente la música como para aprender más, y siempre pondría una cara sin emociones mientras tocaba. Hubo un día que discutimos, yo quería que me enseñara a tocar el piano, aunque sea unas teclas, pero se negó rotundamente, hasta se enojó, fue realmente dura, o por lo menos asi me parecio, al otro dia fui a su casa, a la misma hora que siempre, a disculparme, y ahi la vi, tocando otra vez, no se dio cuenta de mi presencia, pero no era igual, esa vez, vi florecer por primera vez en esos ojos vacíos pero llenos de sentimientos, una hermosa cascada incolora y salada, pensé que eso lo había causado nuestra pelea, pero cuando quise acercarme a consolarla, abruptamente se detuvo, levantó aquel collar de la feria que nunca se sacó, lo abrió y por largos minutos solo lo miro, no sabría decir porque no me moví y solo la observe, no se si fue por la belleza que aún mantenía en ese estado o por miedo, una vez cerró el dije mi cuerpo se movió solo, la abrase, no me salió la voz para pedirle disculpas pero tampoco ella me pidió que se las de. Pero si hubo algo que más raro se me hizo ese día, es que por más que no estuviera tocando el piano, la melodía seguía sonando.
Al tiempo todo volvió a la normalidad, seguíamos hablando y viendonos todos los días, estaba más cariñosa que nunca, me pidió que fuera su pareja, obviamente acepte, si no es con ella no es con nadie más, tan perfecta, iba todo bien y era lo que más deseaba, nunca había sido tan feliz en mi vida, creí que capaz el amor verdadero sí existia y no era algo falso como la gente frustrada y yo decía.
Con todo mi corazón puesto en sus manos, decidimos ir a los Ríos del Tigre, esos cerca de la estación de tren, a festejar nuestro comienzo de noviazgo, ella planeó y pagó todo, mi alma estaba en paz, correteabamos cerca del río, la veía sonreír, en algún momento empezamos a jugar de manos, como los niños, como los viejos tiempos, pero se me fue la fuerza, enganche su collar, se rompió y cayó al río, se quedó helada, su rostro se desfiguro de tal manera que cuando se quiso tirar al agua a recuperarlo, me lanze antes, capaz por amor, pero no sabía nadar, pataleaba y pataleaba hacia abajo, me dolían las piernas y los pulmones, el río con dudosa higiene me hacía arder los ojos, no lo alcanzaba, el collar se hundía como si un hilo invisible lo tirara para abajo, o capaz era mi imaginación al estarme quedando sin aire, en un último intento estire el brazo y lo agarre, pero ya era tarde, tosia, mi conciencia se iba, ya no tenía fuerzas para subir. Lo siguiente que recuerdo es levantarme con exaltación y ahogandome en el pasto mojado, sintiendo su olor a humedad característico, un montón de gente preocupada a mi alrededor, no sabia ni quien era yo en ese momento, pero lo primero que hice fue buscarla, mire para todos lados, tenía el collar en la mano, no lo había soltado, lo recupere, pero no estaba, pregunte y nadie sabía nada.
Ese dia mis padres me fueron a buscar, las palabras no me salían aunque ellos me llenaran de preguntas, un gusto agridulce me inundaba la boca, temblaba del frío, pero solo miraba el collar, el agua no había logrado colarse dentro del dije, la foto estaba intacta, la foto, no sabría como describirla sin que se me quiebre la voz, en esa imagen se veía a una pareja recién casada, con sus ropas matrimoniales y presumiendo de los anillos en sus manos, la pareja eran dos chicas, una era ella.
Mi celular murió por mí en el río, hasta que pude conseguir uno nuevo pasaron meses, no la busque y ella tampoco a mí, todo ese tiempo solo existía, con un hueco en el pecho, me sentía como un cachorro criado en casa que de un dia para el otro lo abandonan, o como un bebe no planeado ni querido que nunca lo reclaman. Cuando pude recuperar mi numero en el nuevo celular, había perdido todos los mensajes, excepto uno, era de la hippie, de hace un mes, un enlace a una dirección de google maps, en pleno centro de capital, Avenida Corrientes, a metros del Teatro Colón. No se que despertó en mí en ese momento, pero salí corriendo, esperando que no importará que haya sido de ese mensaje, que aún así estaría ahí esperándome, para regresarme mi vida.
Cuando llegué, era un edificio de pocos pisos, pero mi mirada se fue al ultimo, allí vi una espalda, una con vestimenta conocida, las alertas en mi cabeza se despertaron y solo seguí, todas las puertas estaban abiertas, ni siquiera espere el ascensor, me fui directo a la escalera, cuando llegue al último piso era solo un departamento, entre, ahí estaba, sentada sobre el barandal del balcón, con esa sonrisa que me enganchó la primera vez, ella agarro su celular y empezó a sonar la misma melodía de piano, esta vez solo me genero escalofríos, me pidió que me acercara, arrastrando los pies lo hice, y me dio una carta, no entendía nada pero antes de abrir la carta, le devolví el collar, su sonrisa desapareció, me arrepiento de haberselo dado, solo se quedó mirándolo. Me situé a leer la carta.
“Tenía una amiga de la infancia, realmente la amaba, pero no el tipo de amor que uno tendría por una amiga, sino más que eso, más profundo. Este amor por suerte era mutuo, así como era mutuo también, su amor por tocar el piano y mi amor de verla tocarlo, ¿Nuestro sueño?, casarnos, y lo hicimos, aunque a escondidas y no de manera legal, también lo era vivir juntas, cerca del Teatro Colón, donde ella mostraria su talento con el instrumento.
Lamentablemente esa felicidad duró poco, ella murió, por mi culpa, y en un pretexto de querer perdonarme de esa culpa, empecé a salir con personas, a conocer gente, para que si me veía desde algún lado, me viera feliz y continuando con mi vida. Pero en un punto empecé a querer recordarla a extrañarla en mis acciones, cambié mi estilo de vestir, hasta llegando a usar su ropa, ir a bares aunque los detesto, aparentar una edad que no tengo, llegar tarde a todos lados, y a tocar el piano, pero no se tocarlo, solo fingía en un instrumento roto sin sonido, como yo. Mi peor decisión en este último tiempo sin embargo, fue haberte usado, así como a todas las demás personas, con vos en algun momento llegue a creer que otra vez me había enamorado, y no te confundas con esto, no busco librarme de toda la culpa, ni voy a pedir perdón, ya me rendi con eso hace bastante, solo creo que merecias una explicación, grac–”.
-Eso es todo, el resto ya se lo saben-
-¿Estas diciendo que se suicidó y no la empujaste vos del balcón?, aunque hay testigos que afirman haberte visto hacerlo-
-No puedo hablar por esa gente, pero esta es la verdad-
-Ya veremos si seguís manteniendo esta versión en el juicio, todos confiesan cuando ven posible de nuevo las rejas-
Mire al psiquiatra de la comisaría, solo me supo dar una sonrisa compasiva.
~•~
-¿Qué diagnóstico le das a tu paciente?, por que en la escena del crimen no se encontró ni el collar, ni la carta-
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