Amor platónico

Cuando uno se aferra a una persona famosa, debe entender algo: 

Son humanos, no una idealización. Reales, de carne y hueso. Aun así, tener ejemplos que nos ayuden a entender mejor las emociones es algo positivo. Tal vez suene un poco tonto lo que voy a decir, pero realmente encontré un amor platónico. Y no, no seríamos perfectos el uno para el otro, pero tiene cualidades que, sean o no reales, me hacen entender lo que quiero. 

Le tengo tanto cariño que lo veo en mis sueños. Me trata con tanta calma, brindándome un poco de serenidad, como si fuera una caricia al alma. Nunca sabremos realmente cómo es la persona detrás de una pantalla, pero agradezco que me dé un reflejo de lo que deseo. 

Y no, no se confundan. No hablo de una estética, sino de cualidades que cualquier ser humano puede tener: respeto, cariño, detalles, esa pasión por algo. Solo que, claro, no todos pueden verlo, y soy consciente de ello. 

Soy una persona que, desde su nacimiento, no recibió un amor sano, sino uno confuso y doloroso, lleno de heridas físicas y psicológicas. Me trajeron al mundo sin enseñarme a manejar mis emociones, pero sí a reprimirlas. 

Sin embargo, esa persona que admiro se ha convertido en lo que aspiro a encontrar. Enfocarme en un amor que tenga esas cualidades básicas que debemos ofrecer al amar a otra persona. 

Quizás soy un poco antiguo, pero me gusta el amor que incluye cartas, detalles, flores y regalos sencillos. Me gusta la intensidad, pero odio que no respeten mi espacio. Aunque también me gusta la frialdad cuando es necesaria. 

Me gustan las personas respetuosas, talentosas y determinadas. Aquellas que, por más caídas que sufran, siempre se levantan. Me gustan las personas honestas, divertidas y elocuentes. 

Y no, no creo que lo que idealizo sea alguien perfecto, porque no lo es. Si lo fuera, opinaría igual que él en todo. Pero la realidad es que hay cosas que no me gustan, y eso está bien. 

Porque amar de manera sana es aceptar las diferencias del otro sin arruinarse uno mismo o cambiar para ser igual. 

La persona de la que hablo es un cantante chino. Alguien caballeroso que se preocupa tanto por sí mismo como por los demás. Alguien que ama profundamente a sus padres, a pesar de sus diferencias. Alguien que cuida su salud mental y valora a sus amigos y hermanos de otra sangre. 

Esas son las cualidades que quiero incorporar y que intento concientizar. 

Pero mientras tanto, quiero sanar lo que llevo dentro. Por eso me aferro a alguien lejano, para que me recuerde lo que merezco y evitar caer ante la mínima caricia a cambio de un amor que lastime. 

Eso, supongo yo, que es amar platonicamente.