Amor escrito.

Nunca dejaría ir al amor que es escrito en palabras, y no me importa cuántas veces nos hayamos visto a la cara y en cuántas noches memoricé su cuerpo. No podría dejar ir el lenguaje que me entrelazó a su alma, el que me lleva a ese momento exacto en donde mis sentimientos comenzaron a ser expuestos para no ser más de mí, sino para pertenecerle. Y quiero que nos sigamos escribiendo así, en la sinceridad que aguarda un lápiz en el papel, en aquello que se queda a la mitad de la garganta cuando los ojos se cristalizan por sentirlo todo y que sólo por este medio es posible de entregar. Me descubrí fantaseando en este tipo de afirmaciones cuando con la calidez de la palma de su mano tocó mi mejilla, cuando con cada letra tocó cada centímetro de mi piel. Sentí un calor abrazable, tan palpable. Desde entonces me he dedicado a explayar todo lo que <ella> me ha venido a provocar.

Ahora escribo cartas, y son sus cartas y sus cartas son las mías.

Qué regocijo interminable es nuestro amor, que cada día se relata.

Y sin un fin, pues no cesaré de contarlo en versos que se asoman.