Mirá si a todas las palabras que se me caen tuviese que darles garantía o respaldarlas con algo de certeza, o mirá si cada una de mis mentiras hubiesen drenado un poco de mi sangre.
Entonces hoy no estaría muriendo de esta forma en la que un amor me está aplastando con la suficiente fuerza como para que mi pecho empiece a latir distinto.
Es la imprudencia de habernos conmovido tanto con la insensatez de lo imposible, que terminé canturreando la música de la escena en la que vamos caminando enmudecidos, entrechocando miradas en los clarioscuros que deja el correr de la vista de los que no pueden enterarse. Y es el acto de actuar lo suficiente que vino a reafirmarse por sobre los personajes de los que hoy no me despego.
Te pido perdón por enamorarme perdidamente de mí,
y necesariamente con un poco de vos.
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