Fueron días de sol y de arena
donde nuestras pieles se pintaron de dorado.
Fueron confesiones compartidas con el mate
o con besos tiernos bajo la lluvia.
Fueron suspiros que nacieron
cuando el viento erizó nuestros deseos.
Fueron ojos soñadores
alumbrando un hogar junto a las olas.
Fue la costanera tatuada con nuestras pisadas
y nuestras promesas en la avenida de Martín.
Fue el mar que nos llevó y que nos trajo.
Fueron las risas atragantadas con comida
y nuestras complicidades en las esquinas.
Fueron nuestras manos agarradas
bajo el calor sofocante o la lluvia inesperada.
Fue el viaje que hicimos, amor mio,
la cuna de este hermoso poema.
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